jueves, 24 de octubre de 2013

Una defensa de la reforma fiscal

La Madeja del Gato (pseudo - fiscalista)
Madeja #238
Por Christopher Vergara

Gran revuelo y sorpresa (o decepción en otros) provocó la presentación del paquete de iniciativas que comprenden la reforma fiscal del Presidente Enrique Peña Nieto. A diferencia de lo que se venía perfilando de tiempo atrás (principalmente el IVA en alimentos y medicinas), la reforma fue un catalogo mucho menos ambicioso aunque mucho más afortunado. Peña Nieto demostró pragmatismo y un cálculo político afortunado: ante un escenario político y social muy complejo, crispado y saturado, y un escenario económico deprimido, una reforma de tan alto impacto social como el IVA generalizado hubiera significado una gota más al ya de por si complicado escenario.

En cambio, Peña Nieto eligió un paquete de iniciativas mucho más moderado, que sin embargo corregía muchas de las deficiencias del aparato fiscal, aumentaba de manera moderada algunos impuestos, proponía un uso correcto del déficit público y que además ponía en carril un sistema fiscal progresivo, hoy aun bastante débil. Todo ello aunado a un discurso (ligeramente populista) sobre un sistema de pensión universal (lo cual es medianamente falso, pues propone un sistema de pensión mínima, no universal) así como la creación de un seguro de desempleo, aspectos que no tienen jurídicamente mayor relación con el paquete fiscal, aunque contribuirán parcialmente a su financiamiento. 

Desgraciadamente, el Congreso de la Unión, cegado  por el populismo electoral y en especial ante un Partido Acción Nacional escandaloso y dolido, demostró su corta visión anclada en el pasado al externar sus mayores fobias y dogmas económicos propios de su neoliberalismo ochentero. Desde verdaderos rasgamientos de vestiduras por la utilización del déficit fiscal hasta una clara defensa de los intereses patronales y empresariales al defender con capa y espada privilegios regresivos que gozan esos actores económicos. Acción Nacional calificó la reforma de 'atentado contra el crecimiento económico'. 

La postura no deja de ser bastante desafortunada y hasta un tanto cínica. Porqué en un entorno de crecimiento económico nulo, casi cercano a la recesión, y con una crisis social acentuada y mucho tiempo añejada, nada hubiera impactado más al crecimiento de la economía que la aplicación de un IVA generalizado (que era lo deseado por el PAN). Un IVA generalizado sólo hubiera tenido como efecto la inminente contracción del consumo. El PAN esta más entretenido en promover (no con mucho éxito) la inversión y la apertura de empresas, sin comprender que de nada sirve aquello si no se genera consumo interno que haga esas empresas redituables a largo plazo. 

Es por ello que en el camino se perdieron importantes iniciativas que hubieran sido de gran aporte al sistema fiscal. Entre ellas vale la pena mencionar el caso del IVA a las colegiaturas en escuelas particulares. Algo verdaderamente triste es que en este pobre país, que cuenta con una sociedad profundamente mezquina y poco comprometida con los asuntos públicos, todos sean pobre o ricos, han decidido ponerse el manto de la clase media, con el único fin de defender privilegios fiscales altamente regresivos.

La elección de mandar a sus hijos a una institución particular, y en consecuencia renunciar al derecho de una educación pública, es una decisión valida. Pero en tanto esa decisión genera una riqueza para algunas manos, y la renuncia de un derecho para la elección de un 'lujo' para otras, es claro que deben tributar. Podría entender una cierta exención en los niveles superiores, donde la cobertura del Estado es deficiente, pero no en la educación básica y media superior. Si los padres deciden y pueden pagar determinado monto, es claro que pueden pagar un 16% adicional. Se podrían argumentar cuestiones donde los padres deciden 'sacrificarse' en pos de una 'mejor educación', pero eso sólo revela el profundo clasismo y prejuicios con que cuenta buena parte de la población. E incluso una falta de sentido común, ¿quedarse sin comer por mandar al niño a la escuela?. 

Pero para quedarnos sólo en lo que pudo ser, vale la pena revisar algunos de los impuestos que si se quedaron. 

Hubo una (muy afortunada) eliminación del IETU y el IDE que no eran más que signos del fracaso del calderonato ante su incompetencia para negociar mejores reformas fiscales. Ambos impuestos eran completamente innecesarios y mal construidos. En cambio, hay ajustes al ISR (que es el impuesto que por excelencia debe tener cualquier Estado). Dentro de estos cambios hay ajustes en las tablas para empezar a diferenciar los ingresos, tasando desde un 30% hasta un 35%. 

Quizá la mayor deficiencia de la reforma, es que aplica una tasa igual (la máxima) a quienes ganan 3 millones de pesos al año (250,000 pesos al mes) a quienes ganas mucho más que eso. Igual México no tiene demasiados millonarios, pero si tiene demasiados putrimillonarios. Es necesario reformar cada vez más esas reglas para que quien tenga ingresos de unos 10 millones al año pague una tasa más alta. Así se construye un sistema progresivo mucho más solido, que permita que quienes obtienen mayores ganancias del Estado, los regresen y contribuyan a una distribución de la riqueza a manos del gobierno, hacia las clases más desfavorecidas. 

Uno de los impuestos más controvertidos ha sido la aplicación de IEPS (Impuesto Especial a Productos y Servicios) tanto a las bebidas azucaradas (de 1 peso por litro) como a la comida chatarra (con una formula nutricional altamente engañosa y que permitirá sin duda muchas trampas). Ambos productos generaron el mayor cabildeo visto en años. En especial por parte de las refresqueras que sin duda vieron amenazados sus intereses y manipularon con singular alegría hasta a la industria azucarera. 

Es claro que un impuesto a estos productos no va a eliminar magicamente los problemas de obesidad y diabetes que tiene este país. Así como el IEPS a cigarros tampoco ha demostrado eficacia alguna. Pero un impuesto no puede combatir un problema estructural, a lo sumo puede ayudar dentro de sus posibilidades, que son reducir su consumo, o al menos darle más dinero al gobierno para que atienda a quienes van a enfermar por llevar estilos de vida poco saludables, que a la larga serán cargas en los sistemas de salud para el Estado. 

La obesidad y la diabetes sin duda son problemas de salud pública que reflejan deficiencias estructurales donde todos hemos tenido responsabilidad, desde el gobierno al no implementar políticas de información nutrimental y restricciones a la publicidad de la comida chatarra, hasta las mismas familias al no tener mayor conciencia sobre lo que se están llevando a la boca. Es un problema, que como todos los buenos problemas, nos va a tomar mucho tiempo corregir, pero más vale empezar a tiempo. O no habrá reforma fiscal que de recursos para atender a tanta persona enferma. 

Una de las reformas que causó menor ruido pero que sin duda está en riesgo en el Senado tiene que ver con diversas modificaciones que eliminan la consolidación fiscal, gravan las ganancias en la Bolsa de Valores, y estandarizan el IVA en la frontera al 16% que paga el resto del país. Estos son de los tres puntos que más ataca el PAN dentro de su defensa de intereses empresariales. Y son los que más se deben defender para tener un sistema fiscal progresivo. Es impensable por ejemplo, que las empresas, en especial aquellas con muchos años de existencia, sigan utilizando los sistemas de consolidación para manipular sus números y pagar mucho menos de lo que deben. Eso sólo demuestra, una vez más, la mezquina clase empresarial con que cuenta este país. 

Lo mismo aplica para la Bolsa de Valores. Lo único que le falto a las grandes empresas emisoras y sus corredoras era decir que son clase media. Es claro que ahí es donde se concentra la mayor riqueza de este país, ahí es donde desde un principio se deben pagar impuestos. No hacerlo es generar profundas inequidades. Lo cual también aplica para el IVA fronterizo, argumentando el crecimiento de la economía una vez más que da trato preferencial a quienes únicamente tienen el destino de vivir en lo que alguna vez fueron considerados centros de oportunidades, como si el resto del país no lo fuera. 

También se reducen de manera importante las deducciones que pueden realizar las empresas en diversas áreas, desde aquellos beneficios adicionales que otorgan a sus empleados, hasta ciertas reducciones que puede realizar una persona física. Una vez más, los empresarios argumentaron que la reforma 'se recargaba sobre los mismos de siempre' y amenazaron con una mayor depauperización de las condiciones laborales de los trabajadores. 

Como si no hubiera sido suficiente que les hubieran regalado una reforma laboral a modo, además amenazan con reducir aun más los privilegios de los trabajadores, todo ello con el único fin de mantener intactas sus ganancias económicas y flujos de efectivo. Otra vez, la mezquinidad social a todo lo que da. Los empresarios piensan que con generar empleos tienen más que asegurado una estatua de cobre y la entrada al cielo.

Quizá el único impuesto criticable es aquel que se aplica a los alimentos para mascota y a la venta de mascotas mismas, pero no tanto por razones fiscales o progresivas (cuando lleguemos al estadio ideal donde los alimentos paguen IVA, los de mascota también deberían hacerlo), sino por razones sociales. Si en este país de desobligada sociedad es común que las personas (imbéciles) adopten una mascota para luego abandonarlo, no faltarán más personas (imbéciles) que abandonen más animales ante su 'incapacidad para darle de comer'. 

La mezquinidad social es mucho más clara con aquellos que consideramos inferiores a nosotros. El marco jurídico, respondiendo a las necesidades actuales debe claramente defender y proteger a aquellos que son más vulnerables, cuanto aun, cuando estos no tienen manera de defenderse. El riesgo que implica el IVA a estos alimentos es mucho mayor a lo que hubiera implicado mantener los privilegios de Waltham y Mars, empresas productoras de este tipo de alimentos. 

Respecto del déficit sólo vale comentar que estamos haciendo lo que cualquier país civilizado en este momento. Ante un entorno económico difícil, siguiendo la tradición de John Maynard Keynes, el Estado debe endeudarse dentro de límites manejables con el fin de incentivar la economía, promoviendo el consumo. Endeudar para alimentar a las vacas flacas permitirá más adelante pagar esa deuda con las nuevas gordas que haya. Además un déficit de apenas 2 o 3 puntos es más que manejable, Triste ver al PAN (en especial a los corderistas) son sus fobias vetustas. 

Personalmente considero muy positivo que el Revolucionario Institucional y el de la Revolución Democrática hayan aprobado juntos esta reforma. Que sintetiza muchas de las demandas históricas de la izquierda mexicana y que sin duda son el primer paso para un sistema fiscal progresivo, con mayor solidez, y mejores posibilidades de distribución de la riqueza. El reto es continuar por este camino y no caer en tentaciones

Finalmente, el gran problema de este país, sin duda sigue siendo la grave falta de compromiso social de su población, la falta de entendimiento de que deben pagar impuestos, porqué así se logra darle al Estado recursos suficientes para que este no sólo opere, sino tenga recursos que le permitan brindar los servicios suficientes, otorgar incentivos y subsidios a quienes lo necesiten y en general tener condiciones de solvencia. 

Si, se podrán arguir cuestiones como la corrupción, el dispendio y algunos otros males que nos aquejan. Pero no hay que dejarnos llevar por la pirotecnía y el golpeteo al cual nos someten los medios de comunicación que nos tragamos completitos. Proporcionalmente no es verdaderamente significativo, es posible y debe ser reducido sin duda, pero ahí no esta el problema. Incluso podría haber un reproche a la sociedad, pues la mayoría no hacer nada más que quejarse, sin realmente buscar acabar con la corrupción, de la cual además forma parte. La gente debe quitarse el mantra de que el gobierno le roba su dinero, debe entender que contribuye para el beneficio y el apoyo de todos, que sólo en tanto todos tengan lo suficiente para vivir, las cosas podrán mejorar. 

No se pueden pedir servicios y gobiernos de primera, pagando impuestos de tercera. 

Y en la próxima madeja: Miley Cyrus, esa maquivélica estrella.

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