domingo, 27 de marzo de 2016

Tenis

La Madeja del Gato (teatral)
Madeja #326
Por Christopher Vergara

Tenis, que actualmente se presenta los jueves a las 20:30 horas en el Teatro NH en la calle Liverpool de la Zona Rosa es una obra de teatro que a simple vista se ve bien rara. No sólo por el peculiar título que no te dice nada, la publicidad tampoco te indica mucho por donde irán los tejos. Esta obra en inicio me interesó verla básicamente porque Jerry Velázquez (actor y cantante del cual soy seguidor desde sus tiempos en Cuando Toca La Campana de Disney Channel) actúa en ella, y cuando averigüé la premisa, me terminó de convencer darle una oportunidad. 

Tenis, escrita y dirigida por el argentino Diego Beares, nos presenta a Salvador (Jerry Velázquez), un tímido y nerd chico que prefiere estar encerrado en su mundo y que sólo por la presión de su madre (interpretada mediante voz en off por Itatí Cantoral) decide aceptar tomar clases de tenis con El Profe (Irving Peña), un escultural modelo del cual está secretamente enamorado. En el club conocerá a tres divertidos y perdedores chicos vírgenes (interpretados por los muy geniales Armando Andrade, Octavio Mier y Fernando Sansores) que mueren por Martina (Estrella Solís), la novia del Profe y deberá lidiar con el bullying de Nacho (Eduardo Togi) el alumno estrella de El Profe. Finalmente todo se pondrá muy loco para Salvador cuando El Profe anuncie su compromiso con Martina. 

No sabía realmente que esperar de Tenis. Y realmente la termine amando. Es una obra pequeña y tierna (dura apenas una hora y su diseño de producción y escenografía es bien modesto) pero que te atrapa de inmediato y para el final de la obra te termina conquistando entre muchas carcajadas y una sensación de alegría. Es un apapacho al corazón. 

Tenis es antes que nada una historia de amor, de ese primer amor platónico y muchas veces no realizado que todos viven. Ese primer amor que es tan puro e intenso, tan emocional que sientes que tu vida depende de el. Por eso uno se enamora inmediatamente de Salvador, porque no importa que seas gay o no, todos nos identificamos y vivimos ese primer amor adolescente con intensidad e ilusión. 

Pero Tenis también es una declaración política. Aunque vivimos en una sociedad cada vez más abierta y respetuosa de la diversidad sexual, lo cierto es que es una batalla aún no terminada y me atrevería a decir que aún cuesta arriba. La batalla de los derechos, la batalla jurídica lleva un buen avance, uno que incluso considero irreversible. Sin embargo, el cambio cultural siempre es más lento, incluso cuando la ley se le adelante. 

Tenis refleja una realidad que aún viven, muchos adolescentes y jóvenes gays, que es no poder expresar y vivir con libertad su sexualidad. No sólo porque aún existen sectores sociales que lo rechazan, sino porque aún entre los sectores que lo toleran o incluso aceptan, no sigue siendo sencillo para un chico o chica LGBT (menos para un adolescente en pleno reconocimiento de su sexualidad) expresar sus deseos, temores, dudas y expectativas. Al menos no con la misma libertad y aceptación que un chico o chica heterosexual. 

Salvador pasa por eso, está enamorado y sueña en secreto con su Profe sin poder hablar o decirle a nadie ese gran y hermoso sentimiento que está experimentando por primera vez. Por ello resulta un alivio cuando Max (Octavio Mier) le demuestra su apoyo y entendimiento, ya que su propio hermano mayor también es gay. 

En algún punto Tenis se torna alucinante. Realmente alucinante. A partir de que inicia la boda, Tenis mezcla los sueños y fantasías de Salvador con la realidad y es donde la obra se vuelve más divertida y elocuente. No sólo porque suceden una serie cosas bien chuscas y graciosas, sino porque como espectador te preguntas obsesivamente qué tanto de lo que ves es realidad y que tanto son sueños de Salvador. El final es un tanto abierto pero la reflexión final queda bien establecida y es bastante cierta. En ocasiones lo que necesitas es unicamente poder ser tu mismo. 

El texto no es perfecto. No sólo el final es un tanto abrupto sino que además te queda la sensación de que la obra podía durar un poco más. Había más situaciones y charlas que podían suceder entre los personajes, para conocerlos mejor antes de irse hacía el gran final. En si, la obra te deja deseando conocer más. 

Las actuaciones están realmente bien. Es genial ver a Jerry Velázquez en un papel que le queda tan bien, donde puede explotar su lado tierno y meláncolico que crece y gana valor. Estrella Solís está hermosa como Martina, un personaje bien loco, imperativo y seductor. Irving Peña como el profe no sólo es muy, muy, muy atractivo, sino realmente es encantador y conquistador, aún sabiendo las mentiras que le preceden. Eduardo Togi está bastante bien como el malo y soberbio de Nacho. Y Armando Andrade, Octavio Mier y Fernando Sansores sin duda se llevan las mejores risas de la obra, tienen los momentos más desternillantes y alucinantes de la obra, en especial cuando no son sus personajes, sino otros referentes. 

Tenis es una gran sorpresa en la cartelera teatral mexicana y es una gran joya que conquistará muchos corazones más. No sólo porque es divertida y desternillante o te da un gran agasajo visual, sino porque tiene una reflexión bien bonita y actual sobre soñar, amar y vivir con libertad. 

Vayan a ver Tenis. Se que la amarán. 

Y en la próxima madeja: Los candidatos rumbo al Constituyente de la Ciudad de México.

sábado, 26 de marzo de 2016

Batman vs. Superman: El Orígen de la Justicia

La Madeja del Gato (geek)
Madeja #325
Por Christopher Vergara

Soy un geek de los cómics desde los once años. Amo y soy muy fan del medio. Y como todo geek, siempre he tenido mis personajes y editorial favorita. Siempre he sido fan de Marvel. No odio ni me desagrada DC (incluso actualmente hay algunas cosas que me gustan mucho). Entonces, aunque soy geek de los cómics, no estoy tan empapado en los personajes de DC como para conocer su esencia. Acudi a ver Batman vs. Superman más como un espectador casual que como geek. 

A nivel corportivo, Batman vs. Superman: El Orígen de la Justicia (me parece más poético El Amanecer de la Justicia, por cierto) es un intento desesperado de entrar al mercado cinematográfico de universos de superhéroes donde Fox y principalmente Disney/Marvel le llevan una gran ventaja a Warner gracias a muchos años de preparación y cocinar el mole a fuego lento. Warner por desesperación de que el boom del género se acabe, evito cocinar a fuego lento y se fue directo a aventar todo al sartén. 

A diferencia de Marvel que presentó todo el universo en pequeños pedazos antes de llegar a Los Vengadores, DC uso el camino inverso. En una cinta presenta un panorama global de su franquicia y después, si la taquilla le favorece irá por cintas individuales. 

El gran problema de esta idea es que a nivel creativo termina por ser un caos. No sólo porque son demasiados elementos que abarcar sino que además las manos en que fue puesto no son las de los faros más brillantes de la calle. Warner eligió a Zack Snyder (director de Man of Steel, Watchmen y 300) como director de esta cinta la cual cuenta con un guión a cargo de Chris Terrio, guionista de Argo, sobre un borrador previo de David S. Goyer, que junto con Christopher Nolan escribió la más reciente trilogía de Batman. 

Batman vs. Superman nos sitúa año y medio después de que Superman (Henry Cavill) destrozará media Metropolis y nos introduce a un Batman (Ben Affleck) que lleva alrededor de veinte años como vigilante y protector de Ciudad Gótica. Ambos tienen recelos respecto a la labor del otro, pues Batman ve a Superman como un falso Dios y Superman ve a Batman como un vigilante sin ética. Dicha situación es aprovechada por Lex Luthor (Jesse Eisenberg) que los manipula para pelear entre si con el afán de destruirlos. 

El primer problema de la cinta es que su guión bebe de muchas fuentes y termina siendo bien caótico. Por un lado introduce a Batman, por otro lado tiene reminiscencias a The Dark Night Returns de Frank Miller, por otro lado es el orígen de la Liga de la Justicia y por otro lado es Superman vs. Doomsday. 

De alguna forma Batman vs. Superman se siente como dos cintas. La primera parte plantea el conflicto entre Superman y Batman mientras que la segunda es Superman vs. Doomsday. El problema es que la primera linea argumental termina siendo una serie de ideas que no llegan a ninguna parte y la segunda se siente muy distinta al tono de la cinta, y termina por ser un espectáculo visual impresionante pero algo sin sentido. De alguna forma me recordó a Fantastic Four de Josh Trank donde algún ejecutivo se dio cuenta que la cinta no iba a ningún lado y terminaron metiendo un final espectacular pero que tampoco tenía mucho sentido. 

El conflicto que homenajea Snyder entre Superman y Batman de The Dark Knight Returns es homenajeado visualmente más no en sustancia. Aquel es un conflicto ideológico entre dos amigos que tiene años de conocerse y cuyas posiciones los enfrentan. Este es un recelo y desconfianza inicial llevado a extremos paranoicos y destructivos.

Además me parece que el guión trata bien mal a Batman. Lo pinta como muy tonto y manipulable. Estamos hablando de que Batman lleva supuestamente veinte años combatiendo el crimen y derrotando criminales. Si ese fuera el caso, antes que lanzarse a conseguir una armadura y robar kriptonita se pondría a investigar más a Superman. Batman no es de los que se lanza a golpear de buenas a primeras sin investigar y tener más información. Y eso hace en la cinta. 

Peor aún, la forma en que Batman 'reacciona' y cesa sus ataques contra Superman es ridícula. Darse cuenta que ambos eran huérfanos y que su madre se llamaba Martha me parece bien bobo. De buenas a primeras Batman confía y se hace amigo de Superman cuando tres escenas antes no sólo lo quería matar sino creía que era la peor cosa que le podía pasar al planeta. No tiene lógica con el personaje ni lógica dentro de la historia. 

Y entonces pasamos de una historia que intenta hacer crítica a la figura de los superhéroes (crítica que no llega a ninguna parte pues nunca aterriza esas ideas). A una historia más convencional donde Superman, Batman y la Mujer Maravilla (Gal Gadot) deben hacer frente y derrotar a Doomsday que fue el más reciente capricho científico de Lex Luthor de quien además jamás se molestan en decir cuales son sus intenciones o motivaciones villanescas más allá de que Superman le da envidia o miedo. 

A eso sumenle que a lo largo de la cinta se nos presenta de forma breve a Flash, Aquaman y Cyborg quienes eventualmente formarán la Liga de la Justicia y que se insertan escenas rarísimas y sin mucho contexto o explicación como sueños proféticos de Batman siendo perseguido por dragones mutantes y por ¿Flash? viajando en el tiempo y advirtiéndole que Lois Lane es la clave. 

Los problemas primordiales de Batman vs. Superman vienen del guión. Es un guión recargado de ideas, que no sabe qué hacer con algunas de ellas, que abarca demasiado y que termina por ser demasiado caótico. 

La dirección de Snyder por otra parte toma un tono bastante peculiar. Si algo repiten los expertos es que DC se ha caracterizado porque sus héroes representan esperanza, aventura y heroísmo en su forma más ideal y optimista (mientras que Marvel representa héroes más realistas y falibles). Los héroes de DC deben apelar más a la virtud, la emoción, la bondad y la alegría. Y de entre todos, quien más encarna esas ideas es Superman. 

No encontrarán nada de eso en esta cinta. El tono de la cinta es bien negativo y oscuro, no sólo en la fotografía y el diseño de producción que es sombrío y tenebroso. Más allá de eso, lo es con el personaje que menos tendría que serlo: Superman. 

El pobre Superman no tiene una sola nota positiva en toda la cinta. O van del extremo de patearlo y odiarlo por ser extraterrestre y causar muerte, o se van al extremo de presentarlo como un Dios encarnado e infalible. Superman no tiene que ser ninguno de esos dos. Tiene que ser un héroe que inspire a las personas a buscar lo bueno, a luchar por salir adelante y a ser mejores personas. No debe ser un demonio o un Dios, y aunque es válido presentar esas lecturas, no es válido no darle una sola escena que demuestre un punto medio. 

Las actuaciones no son el problema de la cinta. Ben Affleck y Gal Gadot encarnan bastante bien a Batman y Wonder Woman. El Bruce Wayne de Affleck es un poco más taciturno y seco incluso que Bale pero en general está bien y Gadot es realmente interesante y su personaje es presentado de forma bastante genial. Cavill hace lo que puede con lo que le da el guión y Amy Adams es bastante afortunada como Lois Lane y no sólo es la damisela en peligro, sino que toma un rol más proactivo. 

Batman vs. Superman pudo ser una mejor cinta con un guión menos ambicioso pero más sólido y con una dirección más enfocada en lo que hace a cada héroe especial y no obsesionada en construir un mundo serio y oscuro cuyo propia seriedad lo vuelve una cinta que aunque entreteniene y será un éxito financiero, olvida o ignora la esencia y los actos que hacen tan grandes y memorables a sus personajes. 

Ojalá sus siguientes entregas mejoren. Por otro lado, el trailer de Lego Batman, promete ser la cosa más genial del 2017.

Y en la próxima madeja: Review de la obra teatral Tenis.

La primaria demócrata

La Madeja del Gato (está con ella)
Madeja #324
Por Christopher Vergara

A diferencia del circo de tres pistas que es la patética primaria republicana (donde ha habido muertos, heridos, e incluso chistes sexuales), la primaria del Partido Demócrata ha generado mucho menos interés ruido, tanto por tener menos participantes, como porque la calidad de los mismos es mucho más seria y por tanto menos vendedora de titulares. 

A diferencia de hace ocho años donde hubo más candidatos, la primaria demócrata inició con tres candidatos que pronto terminaron siendo dos (el ex-gobernador de Maryland, Martin O'Malley jamás logró emocionar ni a su familia): la ex-Secretaría de Estado, ex-Senadora por Nueva York y ex-Primera Dama, Hillary Rodham Clinton, y el Senador y ex-alcalde y ex-representante de Vermont, Bernie Sanders, que hasta apenas hace dos años fue independiente, aunque siempre fue relativamente cercano a los demócratas. 

La carrera inició bastante interesante y algo emocionante debido a que igual que hace ocho años (o quizá más), Hillary Clinton parecía la nominada inevitable que tendría en las primarias un día de campo. Pero la vida nunca es tan simple como parece (y las elecciones casi siempre tienden a cerrarse, a pesar de lo que les digan) y Bernie Sanders demostró ser un adversario más que formidable. 

Bernie no sólo casi empató en los caucus de Iowa, sino que arrasó de forma abrumadora a Clinton en la siguiente primaria en Nueva Hampshire. Esas primas dos contiendas mostraron un candidato con bastante fortaleza (aunque al tiempo, han demostrado las debilidades de su misma candidatura), que ponía en riesgo la aparentemente inevitable candidatura de Clinton. Luego vino Nevada que Hillary ganó relativamente bien, y Carolina del Sur donde Clinton mostró que el electorado que hace ocho años fue decisivo en darle la candidatura a Barack Obama (el electorado afroamericano) ahora apoyaba a Clinton. 

Las cosas entonces empezaron a tomar más forma (y en cierta forma a restarle emoción a la contienda). El Super Martes fue mayoritariamente favorable a Clinton. Luego Bernie tuvo un (relativamente) inesperado triunfo en Michigan pero luego Clinton tuvo un Super Martes donde arrasó y consolidó un sólido liderazgo de trescientos delegados sobre Sanders, lo cual complica matemáticamente el calendario para Sanders. 

Ahora estamos en una etapa donde el calendario es más favorable a Sanders, aunque se trata de estados que difícilmente lograrán cambiar los resultados, antes de que el calendario vuelva a tornarse favorable para Hillary que muy probablemente (salvo que algún evento imprevisto suceda) cambie las cosas. 

La contienda ha sido bastante interesante pues más allá de diferencias ideológicas profundas ha demostrado diferencias programáticas en el cómo implementar políticas públicas. Lo que los demócratas están debatiendo no es tanto las decisiones políticas fundamentales que deberán tomar. A pesar de que Sanders sea un auto-proclamado socialista democrático declarado y Clinton una centroizquierdista progresista no hay en realidad diferencia relevantes en los objetivos que plantean, sino en como implementar esos cambios. 

Bernie Sanders, ha logrado conectar de forma abrumadora con el electorado joven (lo cual es fantástico, considerando que si algo sufren las democracias consolidadas o en transición actuales es una falta de interés por parte de los jóvenes) a través de una retórica populista que habla acerca de una 'revolución política' que impulsen los cambios y transformen un sistema político corrupto donde los intereses de Wall Street se imponen a los intereses de la población en las elites políticas. Este discurso de Sanders, ha conectado con los jóvenes y los demócratas ideológicamente liberales mientras que ha resultado atractivo en los sectores rurales por su promesa de una mejor distribución de la riqueza y una política económica más proteccionista. 

Hillary Clinton por su parte ha logrado conectar de forma mucho más visible con las minorías, especialmente los electores afroamericanos pero también los inmigrantes, así como con los demócratas ideológicamente más moderados o centristas, así como con los demócratas de de cuarenta y cinco años en adelante (así como con las mujeres, en la mayoría de los casos). El discurso de Clinton es por un lado una promesa de continuidad sobre lo realizado por Barack Obama y Bill Clinton en la presidencia, así como por continuar derribando aquellas barreras económicas, políticas o sociales que le impiden a cada persona alcanzar su potencial actualmente. Es un discurso más enfocado en 'quiero hacer los cambios, se cómo hacer los cambios'.

A simple lectura el discurso de Clinton puede parece más ambiguo que el de Sanders. En realidad lo que sucede es que es menos ideológico. El sustento teórico del cual se derivan todos los problemas que tiene actualmente Estados Unidos en la visión de Sanders pasa necesariamente por la oligarquía que tiene sometido a Washington y que debe ser derribada a través de una revolución política. El discurso de Clinton no contiene tales afirmaciones contundentes debido a que la misma naturaleza política de Clinton es mucho más moderada y pragmática. 

Señalaba lineas arriba que la principal diferencia que planteaban Sanders y Clinton más allá de diferencias ideológicas era diferencias programáticas. Por ejemplo, Hillary y Bernie propugnan por ampliar la cobertura de servicios de salud así como el acceso a la educación universitaria. La diferencia radica en que Clinton busca hacerlo a través de ampliar lo que se ha logrado con Obamacare y a través de un sistema de refinanciamiento y mejores tasas de interés para créditos estudiantiles mientras que Bernie plantea hacerlo a través un sistema de salud universal y convertir la educación pública superior en educación gratuita.

El principal problema que percibo en el discurso de Sanders (y que hace que siga siendo simpatizante de Clinton) es que el discurso de Bernie promete más de lo que realmente puede lograr. Es un discurso realmente positivo que tiene objetivos muy loables pero en el corto terreno dificilmente alcanzables. 

La tesis central de Sanders para lograr todos los cambios que plantea (muchos de los cuales necesitan aprobación del Congreso) radica en la revolución política que establece en cada uno de sus discursos. A través de esa revolución política que implica una mayor participación ciudadana en los procesos políticos, Sanders plantea que la gente llevará al Congreso federal y a las gubernaturas y congresos estatales a gente ideológicamente afín a ellos y que logrará aprobar esos cambios. 

El gran problema es que una revolución política en los términos planteados por Sanders (más aún pacífica y por la vía electoral) es un proceso político que toma mucho más tiempo que un proceso electoral presidencial. Un proyecto político de tal calado requiere, además de condiciones políticas favorables, tiempo, mucho tiempo. 

Una hipotética presidencia de Sanders estaría más elocuentemente destinada al fracaso pues se enfrentaría a un Congreso muy probablemente aun dominado por republicanos (al menos en la Cámara Baja) que dificilmente podría aprobar sus políticas y que muy probablemente decepcionaría al electorado, ante una serie de promesas fallidas o de cortos resultados. 

Más aún, antes de llegar al hipotético caso de que Sanders sea Presidente, una candidatura presidencial de Sanders me parece bastante más débil aún enfrentando a alguien con tantos negativos como Donald Trump. Hay una razón muy clara por la que Sanders tiene mejor ventaja en las encuestas que Clinton contra Trump, Cruz o Kasich. Los repúblicanos no le han dedicado más que unos minutos a Sanders. 

El problema de las primarias es que las fotografías sólo se ven en el plano de ambos partidos. Pero no se han visto en el plano general. Si Sanders fuera nominado, los repúblicanos lanzarían una campaña de miedo en contra de Sanders que tendría altas probabilidades de funcionar. En especial si continúan surgiendo más videos de un más joven e ideológicamente férreo Sanders lanzando piropos a las políticas de Fidel Castro o Daniel Ortega. Casi puedo ver a Donald Trump lanzando espots de 'Bernie Sanders es un peligro para America'. No porque realmente lo sea (al contrario, Trump es el gran peligro) sino porque aunque sus ideas son muy atractivas y poderosas entre los jóvenes y liberales, manejadas con astucia y perversión se tornarán en radioactivas para el electorado general. 

Bernie Sanders no ha estado sometido al incesante escrutinio al que ha sido sometida Clinton desde hace veinticinco años cuando menos. Aunque ambos tienen una carrera política de similar duración, los reflectores siempre han sido más constantes y más duros contra Clinton. Más allá de que como político, Hillary tiene deficiencias y ha tenido muchos errores, estos a través de los medios han sido magnificados, algo que Sanders aún no tanto. 

El viejo adagio de Salvador Allende de que 'ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica' toma mucho sentido cuando se mira el éxito de Bernie entre el electorado joven. Dicho adagio, considerando que soy joven, y apoyo a Hillary Clinton, incluso me hace dudar de que tan liberal y progresista soy. Aunque ideológicamente me considero izquierdista y socialdemócrata también es cierto que soy mucho más moderado, pragmático y realista respecto a como hacer política, como implementar políticas públicas y como ser gobierno. 

No digo que la revolución política sea imposible, de hecho me parece necesaria. Pero es un proceso político profundo que requiere mucho tiempo y trabajo y no debe estar atada a un calendario electoral.

La figura de Hillary Clinton siempre ha despertado interés y agrado en mi. Desde los vagos recuerdos que tengo de la Casa Blanca, pasando por su senaduría en Nueva York. Hace ocho años, antes que de Barack Obama fui partidario de Hillary. Mi preferencia por ella quizá tenga mucho de emocional pues es una mujer que realmente admiro y me inspira pero también tiene bastante de racional. 

Hillary Clinton ha tenido a lo largo de cuarenta años de vida pública un desarrollo político casi siempre en los intereses más favorables y en las causas correctas. No sólo ha sido una gran defensora de los derechos de las mujeres y los niños desde que fue abogada litigante y Primera Dama en Arkansas. También ha sido impulsora de una reforma al sistema de salud que permita ampliar la cobertura hacía el mayor número posible de personas cuando fue Primera Dama. Su trabajo como senadora y Secretaría de Estado, aún con sus fallas es realmente memorable pues logró reconstruir muchos puentes dinamitados por George W. Bush. Incluso tiene una virtud realmente escasa en los políticos que ha sido evolucionar su pensamiento político (algo que los seguidores más radicales de Sanders llaman flip-flop o bandazos ideológicos). 

La forma en que Hillary ha evolucionado su pensamiento respecto a varios temas, primordialmente para mi, los derechos de las personas LGBT es realmente asombrosa y loable. Hablamos de una persona de sesenta y ocho años que a través de sus experiencias se ha convertido en una fuerte y férrea aliada de la comunidad LGBT y los derechos gays. Aunque sea un remake de otra de sus frases, el discurso donde Hillary Clinton dijo 'gay rights are human rights and human rights are gay rights' (los derechos de las personas gays son derechos humanos y los derechos humanos son derechos de los gays) me terminó por convencer de que Clinton es una política de primera pieza. 

Es muy fácil criticar a Hillary Clinton. Criticarla por decisiones personales que fueron políticas como mantener su matrimonio con Bill después del escandalo Lewisnky, por errores personales como utilizar su correo electrónico privado en lugar del oficial. O por quizá no ser tan honesta o confiable. Incluso porque no es tan carismática o sonriente como se esperaría. Esas críticas son válidas de formularse. Pero personalmente, nunca he esperado perfección de nadie, mucho menos de los políticos, porque hacer política es todo menos flores y bombones. La política antes que nada requiere decisión y empuje, y requiere muchas decepciones y sapos antes de lograr tus objetivos. Requiere inexorablemente ensuciarte para lograr lo que buscas (y quizá es otra razón por la que Sanders no me emociona del todo, una persona no puede hacer política durante treinta años y no considerarse parte de la elite o del establishment). 

No es que los políticos sean seres mitológicos alejados de nosotros, pero son personas que están sometidas a presiones muy superiores a una sóla persona, son personas que tienen que ceder, que tienen que negociar, que tienen que aceptar y que incluso muchas veces tienen que mancharse para lograr sus objetivos. La diferencia esencial entre un buen político y un mal político radica en que pese a esas manchas, esos errores nunca pierdas de vista cuales son tus objetivos y porque luchas. 

Hillary, es antes que todo, una mujer que como cualquier persona ha tenido errores y aciertos en su vida personal y pública. Los cuales están ampliamente documentados y analizados. Pero es una mujer que aún dentro del lodo no ha dejado de luchar por las causas correctas. Es además una mujer que ha impulsado y ha logrado cambios. Tengo la certeza de que en la Presidencia de los Estados Unidos incrementará esa lista. 

Hillary tiene una batería de políticas públicas que lograrán mantener el buen rumbo para Estados Unidos. Desde temas trascendentales como mejorar el acceso a la educación universitaria o la cubertura de salud hasta lograr una reforma migratoria con camino a la ciudadanía. Continuar un progresivo y decisivo combate al cambio climático. Aunque no le convenga a México, mantendrá e impulsará el crecimiento económico de Estados Unidos con una mezcla de libre mercado e impulso a los sectores productivos. Mantendrá una vigorosa política diplomática que responda a los retos reales del mundo actual. Ampliará los derechos de las personas gays y trabajará por eliminar aquellas inequidades, discriminación e injusticia que vivan las mujeres, los afroamericanos, las personas con discapacidad. Quizá no sea tan llamativo como una revolución política, pero derribar las barreras que le impiden a cada persona alcanzar su propio potencial es algo que todo gobierno debe siempre impulsar. Es la mayor base de equidad que debes buscar en una sociedad humana que de forma consciente e inconsciente establece diferencias. 

Por eso, y por muchas razones más. Estoy con ella. 

Y en la próxima madeja: Review de Batman vs. Superman: El Origen de la Justicia.