domingo, 27 de marzo de 2016

Tenis

La Madeja del Gato (teatral)
Madeja #326
Por Christopher Vergara

Tenis, que actualmente se presenta los jueves a las 20:30 horas en el Teatro NH en la calle Liverpool de la Zona Rosa es una obra de teatro que a simple vista se ve bien rara. No sólo por el peculiar título que no te dice nada, la publicidad tampoco te indica mucho por donde irán los tejos. Esta obra en inicio me interesó verla básicamente porque Jerry Velázquez (actor y cantante del cual soy seguidor desde sus tiempos en Cuando Toca La Campana de Disney Channel) actúa en ella, y cuando averigüé la premisa, me terminó de convencer darle una oportunidad. 

Tenis, escrita y dirigida por el argentino Diego Beares, nos presenta a Salvador (Jerry Velázquez), un tímido y nerd chico que prefiere estar encerrado en su mundo y que sólo por la presión de su madre (interpretada mediante voz en off por Itatí Cantoral) decide aceptar tomar clases de tenis con El Profe (Irving Peña), un escultural modelo del cual está secretamente enamorado. En el club conocerá a tres divertidos y perdedores chicos vírgenes (interpretados por los muy geniales Armando Andrade, Octavio Mier y Fernando Sansores) que mueren por Martina (Estrella Solís), la novia del Profe y deberá lidiar con el bullying de Nacho (Eduardo Togi) el alumno estrella de El Profe. Finalmente todo se pondrá muy loco para Salvador cuando El Profe anuncie su compromiso con Martina. 

No sabía realmente que esperar de Tenis. Y realmente la termine amando. Es una obra pequeña y tierna (dura apenas una hora y su diseño de producción y escenografía es bien modesto) pero que te atrapa de inmediato y para el final de la obra te termina conquistando entre muchas carcajadas y una sensación de alegría. Es un apapacho al corazón. 

Tenis es antes que nada una historia de amor, de ese primer amor platónico y muchas veces no realizado que todos viven. Ese primer amor que es tan puro e intenso, tan emocional que sientes que tu vida depende de el. Por eso uno se enamora inmediatamente de Salvador, porque no importa que seas gay o no, todos nos identificamos y vivimos ese primer amor adolescente con intensidad e ilusión. 

Pero Tenis también es una declaración política. Aunque vivimos en una sociedad cada vez más abierta y respetuosa de la diversidad sexual, lo cierto es que es una batalla aún no terminada y me atrevería a decir que aún cuesta arriba. La batalla de los derechos, la batalla jurídica lleva un buen avance, uno que incluso considero irreversible. Sin embargo, el cambio cultural siempre es más lento, incluso cuando la ley se le adelante. 

Tenis refleja una realidad que aún viven, muchos adolescentes y jóvenes gays, que es no poder expresar y vivir con libertad su sexualidad. No sólo porque aún existen sectores sociales que lo rechazan, sino porque aún entre los sectores que lo toleran o incluso aceptan, no sigue siendo sencillo para un chico o chica LGBT (menos para un adolescente en pleno reconocimiento de su sexualidad) expresar sus deseos, temores, dudas y expectativas. Al menos no con la misma libertad y aceptación que un chico o chica heterosexual. 

Salvador pasa por eso, está enamorado y sueña en secreto con su Profe sin poder hablar o decirle a nadie ese gran y hermoso sentimiento que está experimentando por primera vez. Por ello resulta un alivio cuando Max (Octavio Mier) le demuestra su apoyo y entendimiento, ya que su propio hermano mayor también es gay. 

En algún punto Tenis se torna alucinante. Realmente alucinante. A partir de que inicia la boda, Tenis mezcla los sueños y fantasías de Salvador con la realidad y es donde la obra se vuelve más divertida y elocuente. No sólo porque suceden una serie cosas bien chuscas y graciosas, sino porque como espectador te preguntas obsesivamente qué tanto de lo que ves es realidad y que tanto son sueños de Salvador. El final es un tanto abierto pero la reflexión final queda bien establecida y es bastante cierta. En ocasiones lo que necesitas es unicamente poder ser tu mismo. 

El texto no es perfecto. No sólo el final es un tanto abrupto sino que además te queda la sensación de que la obra podía durar un poco más. Había más situaciones y charlas que podían suceder entre los personajes, para conocerlos mejor antes de irse hacía el gran final. En si, la obra te deja deseando conocer más. 

Las actuaciones están realmente bien. Es genial ver a Jerry Velázquez en un papel que le queda tan bien, donde puede explotar su lado tierno y meláncolico que crece y gana valor. Estrella Solís está hermosa como Martina, un personaje bien loco, imperativo y seductor. Irving Peña como el profe no sólo es muy, muy, muy atractivo, sino realmente es encantador y conquistador, aún sabiendo las mentiras que le preceden. Eduardo Togi está bastante bien como el malo y soberbio de Nacho. Y Armando Andrade, Octavio Mier y Fernando Sansores sin duda se llevan las mejores risas de la obra, tienen los momentos más desternillantes y alucinantes de la obra, en especial cuando no son sus personajes, sino otros referentes. 

Tenis es una gran sorpresa en la cartelera teatral mexicana y es una gran joya que conquistará muchos corazones más. No sólo porque es divertida y desternillante o te da un gran agasajo visual, sino porque tiene una reflexión bien bonita y actual sobre soñar, amar y vivir con libertad. 

Vayan a ver Tenis. Se que la amarán. 

Y en la próxima madeja: Los candidatos rumbo al Constituyente de la Ciudad de México.

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