domingo, 1 de mayo de 2016

El Libro de la Selva

La Madeja del Gato (busca lo más vital)
Madeja #327
Por Christopher Vergara

El Libro de la Selva es conocida como el  fin de una etapa para las cintas animadas del estudio Disney. Fue la última cinta producida bajo la dirección creativa de Walt Disney (Los Aristogatos sólo fue aprobado como proyecto por Walt, pues ya no alcanzó a producirlo) y fue el último éxito animado arrollador del estudio en más de veinte años. Por ello es admirada y cuidada por recelo por los fans; es una cinta perfecta que combina una hermosa y vibrante animación con unos personajes encantadores, una historia emocionante y unas canciones inolvidables. 

Por ello cuando Disney, en su reciente estrategia de realizar cintas en acción viva que adapten sus mayores clásicos animados, anunció que era el turno de El Libro de la Selva es obvio que existió un recelo natural. Aunque la elección de Jon Favreu (Iron Man, Iron Man 2) como director alivió algunas dudas, la inquietud se mantuvo presente, para ser disipada de gran forma al admirar el producto final. 

Dirigida por Favreu y escrita por Justin Marks, basada en la novela de Rudyard Kipling y la película producida por Walt Disney, El Libro de la Selva nos narra las aventuras de Mowgli, un niño que es abandonado en la selva y que gracias a la bondad de una loba es adoptado como parte de dicha manada, hasta que crece y una sentencia de muerte del tigre Shere Khan hace inviable que permanezca ahí. Entonces, la pantera Bagheera intenta guíarlo a la aldea humana mientras el oso Baloo intenta que permanezca en la selva y sea su compañero de aventuras. 

Uno de los retos más importantes cuando tienes que contar una historia que ha sido contada en otras ocasiones (El Libro de la Selva es de esas que se han contado MUCHAS ocasiones) es la necesidad de ofrecer algo nuevo a la audiencia. Favreu impulsado por Alan Horn, presidente del estudio apostó por deslumbrar técnicamente utilizando los más modernos y realistas avances en animación y efectos generados por computadora para crear el mundo en donde habita Mowgli. Una tarea donde la cinta es francamente alucinante.

De hecho, siendo honestos, la cinta más que de acción viva es mezcla de acción viva y animación, pues salvo Mowgli (interpretado con cándidez y chispa por Neel Sethi) el resto de los ambientes y personajes fueron enteramente generados por computadora. Y están bastante bien. El diseño de los animales, sin obviar la existencia de algunos cuantos elementos antropomórficos, en realidad es bastante realista y transmite la esencia de cada personaje, desde la elegancia y firmeza de Bagheera hasta la violencia y odio de Shere Khan pasando por el desgarbo de Baloo o la pasión de Raksha. Los animales y ambientes son tan realistas, que si uno no presta demasiada atención (y muchos en la audiencia no lo hicieron) es fácil pensar que todo en la cinta es completamente real. 

Pero una proeza técnica no es suficiente si no va acompañada de una historia que conmueva a su audiencia. Y en ese aspecto la cinta de Favreu es muy afortunada al lograr mezclar elementos que todos conocemos y que nos han acompañado por generaciones con trepidantes y emocionantes secuencias que le brindan mayor intensidad a la cinta. En ese sentido, Favreu acierta al balanecar los momentos cómicos y ligeros de la cinta (a cargo de Baloo, en su mayoría) con los momentos emocionantes, tensos o incluso sorpresivos. 

La cinta recuerda por momentos al clásico animado (en especial durante los geniales y para mi inesperados momentos donde se reinterpreta los clásicos Busca Lo Más Vital y Quiero Ser Como Tú) pero también tiene momentos de acción propios o incluso serios y más reflexivos, apuntando un tanto hacía mensajes ambientales, como lo es la hermosa y poética reinterpretación que se hace de los elefantes y su rol ceremonial y renovador en la selva, haciendo eco de ser una especia que incluso en la vida real es enormemente noble y humilde. 

Creo que por eso la cinta ha funcionado tan bien en todo el mundo. Porque no es sólo un refrito sin corazón y alma de la cinta animada de Disney, sino que es una versión que por derecho propio reinterpreta el clásico a su manera, le rinde un sentido homenaje, pero también encuentra su propia voz y temática. 

Finalmente la cinta brilla con luz gracias a su elenco de voces que da vida a los distintos personajes. Yo disfruté la versión en español, aunque el elenco en inglés es fabuloso. Bill Murray como Baloo, Ben Kingsley como Bagheera, Idris Elba como Shere Khan, Scarlett Johansson como Kaa y Christopher Walken como el Rey Louie. En español, el doblaje a cargo de Ricardo Tejedo cuenta con Héctor Bonilla como Baloo, Enrique Rocha como Bagheera, Víctor Trujillo como Shere Khan, Susana Zabaleta como Kaa y Francisco Cespedes como el Rey Louie. Es un doblaje bastante sólido, que aunque con algunos detalles de sincronización labial, esta bastante bien logrado, actuado y entonado. En especial y como de costumbre Trujillo se luce como un diabólico y sádico Shere Khan mientras Francisco Cespedes hace una labor envidiable como el juguetón y amenazante Rey Louie (un gorila de quince metros que se pone a cantar aunque ridículo es francamente alucinante). 

El Libro de la Selva es otra afortunada entrega la saga de cintas donde Disney reinterpreta su propia historia y es sin duda otro voto de confianza hacía esa estrategia. La cinta de Jon Favreu no es sólo una digna reinterpretación del último gran clásico de Walt Disney, sino que es una fabula divertida y emocionante por derecho propio que te enamora durante hora y media y te cuenta una encantadora historia de amistad, solidaridad y respeto hacía el medio ambiente que finalmente nos da sustento. 

Si me animo con la secuela. 

Y en la próxima madeja: Review de Capitán América: Civil War.

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