domingo, 17 de junio de 2018

Mis preocupaciones con Andrés Manuel

La Madeja del Gato (de vuelta por un rato)
Madeja #345
Por Christopher Vergara

Voté por Andrés Manuel López Obrador en 2012.

Lo anterior lo indicó porque lo que usted encontrará en este texto no son los típicos señalamientos contra Andrés Manuel López Obrador. En general, es un proyecto con el cual puedo tener coincidencias, pero es también uno que me genera demasiadas dudas y suficientes diferencias para expresarlas claramente.

No creo que nos vaya a convertir en Venezuela (a pesar de lo que les digan o incluso ustedes crean, el sistema político e institucional que hemos construido en treinta años evitara eso), no creo que represente una amenaza para el raquítico desarrollo económico que ha tenido el país (su discurso es demasiado beligerante pero sus acciones tienden a ser más conservadores) ni creo que peligren nuestras libertades y derechos conquistados (al menos no se ven amenazadas por causas directamente imputables a AMLO, sino a los problemas estructurales de seguridad y crecimiento económico que ha vivido México en los últimos años).

Sin embargo encuentro visos en el pensamiento político de Andrés Manuel que me preocupan gravemente, debido a que no son los ideales que nuestra inacabada y lenta en desarrollo democracia requiere, son caracteres que amenazan con entorpecer y debilitar la construcción de un sistema democrático como el que requerimos. Son amenazas que los otros dos candidatos, por sus particulares historias, no representan tanto (sus amenazas son particularmente preocupantes también, pero en otros sentidos). 

Me preocupa mucho el talante autoritario de Andrés Manuel. Durante muchos años se ha intentado acallar este argumento señalando que Andrés Manuel es tolerante, abierto a la crítica y demás, pero bien dicen que las acciones hablan más que las palabras, y las acciones de López Obrador lo han dejado claro una y otra vez.

¿El ejemplo más claro? Su salida del PRD y la fundación de Morena. El único motivo real por el que existe Morena es el desprecio de López Obrador a convivir y dialogar con quienes no piensan y sienten como el. A no poder imponer su punto de vista y su decisión sobre lo que es mejor para su propio proyecto político. A pensar que el movimiento es el mismo. Eso último podría ser cierto, pero entonces, ¿cuál es la valía de un movimiento que no existe sin su único líder?.

Si, podremos argumentar que los Chuchos se apoderaron del PRD y lo corrompieron y 'vendieron' al mejor postor. Pero en eso incluso Andrés Manuel tiene responsabilidad. ¿Quién cedió todas las candidaturas importantes a Nueva Izquierda en 2006 porque sentía que ya había ganado la presidencia?, ¿quién dejó de hacer trabajo territorial al interior del partido esperando que su sólo valor político le permitiera designar al presidente del partido?, ¿quién no pudo tolerar que el PRD fuera un partido donde no pudiera imponer su voluntad, candidatos, decisión, acciones políticas, entre otras?. López Obrador es un personaje que valora la diversidad política y de opiniones sólo cuando el tiene la última palabra.

Siendo honestos, ¿Cuál es la ideología política de Morena?, ¿Morena es un partido que discute posicionamientos políticos, proyectos o ideas?, ¿qué representa votar por Morena que sea distinto de otros partidos políticos?. Porque sus cuadros no lo son. Son un mazacote de trásfugas del PRD, pero también del PRI, del Verde, del PAN, de la izquierda comunista, de la derecha neoliberal. ¿Porqué si todos sus políticos provienen de otros partidos, porqué incluso si es gente que ya tuvo la oportunidad de gobernar y no dio resultados esta vez lo harían diferente?, ¿sólo por un líder que lanza un discurso político de ruptura y cambio de régimen?. ¿Qué va a hacer Morena cuando Andrés Manuel no este?, ¿ser una franquicia a cargo de sus hijos y los fieles que lo han seguido por años, meses o días?, ¿Qué representan o dicen políticamente ellos?.

Para ejemplos claros, ¿es radicalmente mejor Claudia Sheinbaum y su equipo al de Alejandra Barrales?, ¿Adán Augusto López al de Gerardo Gaudiano?, ¿Carlos Lomelí al de Enrique Alfaro?. Siendo honestos, no. Imaginen que las candidaturas a gobernadores fueran inversas entre el candidato de Morena y los del Frente, ¿eso cambiaría las intenciones de voto?. No, serían las mismas. Morena arrasa porque el partido tiene a López Obrador, sea quien sea el candidato la gente vota por el. 

¿Enserio no les preocupa lo fácil que descalifica y bendice Andrés Manuel?, ¿no les parece nocivo y antidemocrático que descalifique como deporte diario a sus enemigos bajo epítetos infantiles o apodos rimbombantes como 'La mafia del poder'?.

Peor aún, ¿no se sienten engañados cuando con la misma facilidad con que descalificó y atacó a ciertos personajes, después los perdone, pacte y haga alianza con ellos?, ¿dónde está la congruencia en quien un día te dice mafia del poder y al dia siguiente te ensalza como un empresario, político o activista comprometido y responsable sólo porque simpatizas con el?, ¿de qué nos sirve que critique el despilfarro, la opacidad, y el tráfico de influencias si cuando llegue al poder promete borrón y cuenta nueva?.

Me preocupa mucho su desprecio y limitado entendimiento de la utilidad y necesidad de las instituciones y los instrumentos legales. Quizá ya no lo dice porque era un despropósito pero todavía hace unos años Andrés Manuel se lanzaba a decir que regresaría la Constitución Política al texto original de 1917. ¿Enserio?. Tal declaración sólo revela una ignorancia supina sobre la Constitución y su evolución jurídica como instrumento promotor que consagra y promueve los Derechos Humanos y que además ha formado un aparato institucional sólido y robusto. No hay forma de decir, de manera sensata y coherente, que el texto original de la Constitución era mejor que el actual. El texto actual contiene toda una serie de derechos y conceptualizaciones que hace cien años ni por asomo alguien imaginaba. Son herramientas jurídicas y políticas que es valioso que estén ahí. Incluso si queremos hablar de que la Constitución no se cumple, ese problema lo ha tenido desde sus primeros días. 

Otro aspecto que me preocupa en demasía es cómo piensa que la voluntad política puede suplir a la necesidad de las instituciones y leyes. En el pensamiento político de Andrés Manuel basta con su simple voluntad y buena intención para sacar adelante al país, para terminar con la corrupción, para reactivar el campo, para aumentar los salarios, para mejorar la educación, la ciencia y la tecnología.

Nada más alejado de la realidad. El Presidente de la República podrá ser el hombre o mujer más honesto que haya existido en la vida. Pero sin un marco jurídico solido y controles administrativos preventivos y correctivos cualquier proyecto administrativo vale dos pimientos y un cacahuate. La corrupción si bien se puede barrer como las escaleras, de arriba hacia abajo, no se acaba con la pura voluntad. 

La voluntad política es indispensable (eso ha faltado mucho los últimos años) sin duda alguna, pero la misma no sirve de nada si no hay toda una estructura que le de soporte y que la haga funcionar, que prevenga y sancione la corrupción, que transparente la gestión pública, que permita conocer el ejercicio de los recursos, todo pues. El pensamiento de Andrés Manuel puede poner pausa o incluso revertir el proceso de construcción institucional y jurídico que hemos realizado los últimos años.

Eso nos lleva a otro punto, me preocupa mucho el pensamiento ligeramente aislacionista y anticuado económicamente que tiene López Obrador sobre el mundo. Andrés Manuel intenta revivir un modelo económico que fue rebasado hace cuarenta años y que hizo implosión porque se volvió insuficiente para la ingente cantidad de personas que nacieron en la década de los sesenta y setenta. El modelo del desarrollo estabilizador con una fuerte intervención del Estado funcionó porque no eramos tantos y el mundo era muy distinto.

La realidad actual, nos guste o no, nos sitúa en un contexto netamente capitalista (salvaje dirían algunos). En ese contexto necesitamos insertarnos. Reconocer las debilidades económicas, educativas, sociales y culturales de México pero también sus áreas de oportunidad. No pensar sólo en alcanzar la soberanía alimentaria, reactivar el consumo interno y elevar la producción nacional. Pensar más allá, pensar cómo se debe insertar México en el mercado global, qué tenemos para ofrecerle al mundo que sea distinto o mejor que otros países, que oportunidades comerciales tenemos, cómo fortalecer la relación con todos nuestros aliados económicos, cómo lograr desarrollar talento humano que cuente con capacidades científicas y tecnológicas que nos permitan tener ventajas competitivas frente a otros países y no fuga de cerebros. Nada de eso, está en el pensamiento económico de Andrés Manuel, y si lo está, está perdido en la página 45 de su manual de gobierno, abajo de muchas otras prioridades que ya están caducas (como construir refinerías) o son pura pirotécnia electoral (como detener la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México).

Me preocupa mucho la intolerancia y fanatismo ciego de sus seguidores. Me preocupa porque en ellos (no así en el candidato) se ha instaurado una serie de valores completamente antidemocráticos que son difíciles de revertir. Intolerancia a la crítica, cerrazón al dialogo, desconocimiento de la existencia y validez de los puntos de vista del otro, sentimiento de superioridad moral 'por estar en lo correcto', búsqueda de una revolución social que necesariamente pasa por destruir políticamente al otro. Obviamente no son todos los seguidores de Andrés Manuel, pero muchos de ellos así actúan y así se comportan. Y lo peor del caso es que varios de ellos llegan a puestos importantes. Basta ver la forma en que se desempeñó la gran mayoría de la bancada de Morena en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, completamente cerrada al dialogo y la negociación y completamente inoperante.

Me preocupa mucho las elevadas expectativas que un eventual gobierno suyo representan. Para mucha gente (tanto de los seguidores de toda la vida como votantes nuevos), Andrés Manuel representa un cambio paradigmático en el sistema político que casi de inmediato va a solucionar todos los problemas sociales, económicos y políticos que tenemos. Esto resulta una apuesta extremadamente alta, que si no es cumplida (como muy probablemente pasará dado el elevado nivel de expectativas) sólo abonará más al desencanto y decepción con nuestra democracia. Me preocupa que sigamos minando nuestra democracia pues los procesos de desencanto y descredito democrático rara vez tienen buen final. Obviamente el no es el responsable único del desencanto democrático, pero la forma en que políticamente ha construido su personalidad política, es riesgosa en caso de que fracase o al menos incumpla parcialmente lo prometido.  

No estoy apostando al fracaso de Andrés Manuel, de hecho creo que sería fantástico que su gobierno triunfara una cuarta parte de todo lo que ha prometido. Sin embargo, creo que aunque sus diagnósticos son correctos, sus soluciones son limitadas o insuficientes en muchos casos y costosas o inoperantes en otros cuantos.

Como señalé al principio de este texto. Andrés Manuel López Obrador es un político que entre más he conocido (y vaya que tenemos dieciocho años de vida pública para conocerlo de forma vasta) más suspicacias y preocupaciones me ha generado. No al grado de condenar tajantemente e insultar a quienes voten por el, pero si de señalar las grandes fallas, insuficiencias o preocupaciones que su candidatura despierta legítimamente. Señalamientos de los que deberían ser conscientes sus seguidores y más importante, que serán materia para evaluar, criticar e incluso reprobar a su eventual gobierno.