martes, 4 de marzo de 2014

Venezuela, el desastre

La Madeja del Gato (latinoamericana)
Madeja #253
Por Christopher Vergara

Venezuela ha estado en el ojo del huracán de los medios informativos últimamente. Desgraciadamente y como es costumbre, ha sido más en la descontextualización, en los banales apoyos de Twitter de algunas celebridades y en las marchas y la represión que en una verdadera información y profundización sobre lo que está pasando en aquella nación. Venezuela hoy paga el que probablemente sea el más grande error de Hugo Chávez, y quizá el único que yo le reprocharía: el de haber fallado en elegir un digno sucesor. 

Más allá de ponernos como aves de rapiña a destripar al muerto, criticando la larga estancia del Presidente Chávez en el poder (catorce años, que si bien son bastantes tampoco es como para azotarse tres semanas), habrá que decir que Hugo Chávez cometió el peor error que le puede pasar a quien lleva demasiado tiempo enamorado de la silla presidencial, a quienes la vida les da la bendición de llevárselos antes de que se conviertan en una grotesca caricatura o monstruo de si mismos: el de elegir a un terrible sucesor. 

Cuando un Presidente lleva tanto tiempo en el poder debe ir preparando un sucesor ante cualquier eventualidad: y no debe ser cualquier hijo de vecina, debe ser un hijo político en toda la extensión de la palabra, que aunque tal vez no sea tan carismático y popular como el caudillo, sea igual o más inteligente que el propio Presidente y tenga tal habilidad y sensatez que no sólo sepa evitar que la obra del caudillo naufrague, sino expandirla. 

Proporciones guardadas, el mejor ejemplo de ello es Sebastián Lerdo de Tejada, a quien Benito Juárez, aunque con todo y una ligera rivalidad política de por medio, designa como su sucesor, Lerdo, un político brillante supo realizar una transición tranquila e incluso realizó una reforma constitucional que ni el mismo Juárez pudo realizar debido a su larga estancia en el poder y la desconfianza que ello generaba.

Pero mentes brillantes como las de Benito Juárez son escasas, y aunque el Presidente Chávez sin duda era un hombre inteligente, también es que lo seducía en exceso la chabacanería y la frugalidad. Por ello no resultó sórpresivo cuando seleccionó a Nicolás Maduro, un antiguo conductor de autobuses como su sucesor, escogiéndolo sobre otros políticos, algunos quizá con más talento como Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, el Congreso venezolano. 

Chávez, que se consideraba eterno y tocado por la mano de Dios, nunca se preocupó en preparar un verdadero sucesor que realmente entendiera la complejidad ideológica y sistémica de la llamada revolución bolivariana (que no es nada más que un Estado de Bienestar construido a partir de una economía fuertemente centralizada) y que además tuviera la inteligencia de enfrentar los problemas que ello generaría. Obviamente Nicolás Maduro está muy lejos de eso. 

Lo que sucede hoy en día en Venezuela no es más que el estallamiento para Maduro de todos los problemas que Hugo Chávez le heredó y que ante su incompetencia y negligencia sólo han crecido de manera exponencial. Todos y cada uno de los problemas que atraviesa hoy Venezuela no son nuevos, ni nacieron hace un año, fueron síntomas que aunque Chávez paliaba, siempre estuvieron ahí latentes y hoy han explotado de manera fatal. 

Dos son los principales problemas que tiene Venezuela y que han desencadenado la protesta social (de la cual los medios y la oposición han hecho su agosto): la inseguridad y la economía. La primera es un problema del cual se lanzaron fuertes alertas en los últimos años. La violencia se fue desbordando en las principales ciudades de Venezuela (Caracas y Miranda) de manera progresiva y cada vez más agresiva, y fue una cuestión que el Comanda decidió ignorar, achacándola a la oposición y a planes desestabilizadores del exterior, cuando la delincuencia tiene su propia violencia. 

Venezuela es un coctel similar en gravedad al de México. Las instituciones policíacas y de procuración de justicia están podridas en corrupción, la desconfianza ciudadana hacía las instituciones es profunda, ergo, no denuncian. El tejido social se encuentra fuertemente fragmentado a consecuencia de la polarización política generada por el chavismo y la oposición, más aun alentada por una propaganda de violencia y anarquía social de la cual ambos sectores y los medios de comunicación son responsables. Súmenle problemas que siempre existen como la pobreza y el caldo sólo da para que explote. 

La economía es otro de los grandes problemas. A diferencia de otras economías latinoaméricanas que vivieron booms en los noventa a consecuencia de los modelos neoliberales, Venezuela sólo entró en una espiral de decadencia a causa de los viejos gobiernos. Por ello el modelo implantado por Hugo Chávez, financiado principalmente con ingresos petroleros fue ciertamente exitoso, pues brindó bienestar social. El problema es que las fobias del Comandante eran muy grandes hacía el capital privado y más que impulsar el crecimiento se dedicó a extralimitar el modelo con una política de intervención económica excesiva. 

Lo cual obviamente generó que los inversionistas salieran huyendo de Venezuela, sacando sus inversiones y secando los ingresos de aquella nación. Lo cual nos ha llevado al escenario que tiene hoy aquel país. No hay dólares y los bolivares no valen un carajo. La economía está seca y depende exclusivamente del petróleo para generar dólares para practicamente todos los demás sectores productivos. Aunque los diarios son quienes han hecho más escandalo, ante el inminente cierre por la falta de papel, practicamente todos los sectores productivos están en números rojos y en escasez. 

A nivel económico es donde Venezuela se enfrenta a un peligroso desastre que puede destruir aquel país. No habrá dinero para importar bienes de primera necesidad, mismos bienes que el país no produce. Lo poco que se logré comercializar estará sujeto a presiones económicas brutales que disparan la inflación provocando una devaluación aun más impresionante del bolivar. Es decir, un escenario de estanflación, es decir, estancamiento económico e inflación galopante parece inminente. 

Eso explica las protestas sociales. Y aunque es ciertamente lamentable el agosto que están haciendo los medios de comunicación y la oposición coalicionada en la Mesa de Unidad Democrática, no deja de ser loable y encomiable la protesta social que están realizando los venezolanos. El siguiente paso debe ser en dos sentidos: por un lado quitarse el tutelaje de la oposición y los medios de comunicación (que no son más que una vulgar pandilla de rufianes de igual o peor calaña que algunos cuadros del chavismo) y por otro lado, no conformarse con las protestas que a mediano y largo plazo no producen nada, sino realmente asumirse como ciudadanos titulares de derechos que tienen la obligación de exigirle al gobierno, la oposición y todos los sectores sociales que trabajen no en sus propios intereses, sino en la colectividad. 

Porqué ya no hay comandante Chávez que salve a la patria. Maduro y el PSUV y Capriles y la MUD han demostrado seguir enfrascados en la politiquería que llevan desde hace doce años, el concierto de naciones ha demostrado ser ineficaz en muchas ocasiones para realmente ayudar a un país, ni que esperar de los medios de comunicación que son una camarilla de intereses económicos. Son los ciudadanos, y solamente los ciudadanos los que tienen en su poder la posibilidad de evitar que Venezuela termine yéndose al carajo como está trazado su camino hoy. Sólo ellos y nadie más. 

Pero eso requiere asumir un papel verdaderamente activo y no sólo pensar que todo se soluciona con multitudinarias marchas. Al tiempo. 

Y en la próxima madeja: La nueva dirigencia del PRD.

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