lunes, 1 de junio de 2015

Tomorrowland

La Madeja del Gato (optimista)
Madeja #303
Por Christopher Vergara

Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha gozado con la posibilidad de predecir el futuro, más aún, de predecir el desastre. Uno de los géneros preferidos en la literatura y por consecuencia en el cine y la televisión ha sido la distopía. Como si de forma inevitable el futuro que le espere a la humanidad sólo pudiera conducirnos a el fracaso como civilización y nuestra extinción, destrucción, aniquilación o cualquier otra cosa que signifique el fin de nuestra especie. 

Sin embargo, aunque esta fascinación con el desastre siempre ha existido, lo cierto que es como sociedad no siempre miramos al futuro con pesimismo. Existió en muchas regiones, durante la segunda mitad del siglo XX una fuerte sensación de optimismo por el futuro, optimismo de que la ciencia y el progreso humano nos conducirían hacía una sociedad más feliz y sustentable. 

Estas sensaciones terminaron posiblemente durante la decada de los ochenta y noventa, cuando muchos problemas empezaron a surgir o ser notorios y la relativa sensación de tranquilidad que acompañaba a la humanidad se extinguió o cuando menos aminoró y dio paso una sensación pesimista que omite cualquier resquicio de optimismo sobre el futuro. Como si de alguna forma como especie estuvieramos condenados a fracasar más temprano que tarde. 

Tomorrowland, hace referencia en principio a una de las tierras temáticas de Disneyland. Cuando Walt Disney diseñó su parque, pensó en crear una tierra donde se mostraran los progresos e innovaciones que nos traería el mañana y como esto mejoraría la vida de la humanidad. La idea sería llevada a su máxima expresión en los bosquejos que Walt realizó de EPCOT, que a diferencia de Tomorrowland no buscaba ser un área temática sino una verdadera comunidad modelo del futuro. En pocas palabras, Walt era un idealista de que el futuro de la humanidad sería brillante y positivo. 

Es con estos conceptos e ideas que Brad Bird (director de Los Increíbles y Misión Increíble 4) y Damon Lindelof (creador de Lost y escritor de Star Trek Into the Darkness y Cowboys vs Aliens), desarrollaron el guión de Tomorrowland, la más reciente cinta de acción viva de Disney, dirigida por el mismo Bird y estelarizada por George Clooney y Hugh Laurie. 

Tomorrowland nos narra la historia de Frank Walker, un jóven que durante la Feria Mundial de 1964 conoce a una niña llamada Athena (Raffley Cassidy) que lo lleva, mediante un pin especial a Tomorrowland, una ciudad situada en una realidad paralela, sin ningún tipo de gobierno, y donde las mentes más brillantes (artistas, científicos, etc) impulsan el avance y la innovación de la humanidad (si, la idea de Walt con EPCOT). 

Años después conocemos a Casey Newton (Britt Robertson), una jóven optimista y entusiasta de la ciencia que tras un altercado con la polícia encuentra un pin que le presenta la idea de Tomorrowland, Casey entonces busca como llegar a ese lugar y en el proceso conoce a Athena y Frank (ahora George Clooney), con lo cual se embarca en un viaje hasta Tomorrowland con el único objetivo de salvar al mundo de su aparentemente inevitable destrucción.

Tomorrowland critica el pesimismo global que envuelve a la humanidad y su fascinación con las distopías, más enfocada a lamentarse sobre nuestro aparentemente inevitable futuro antes que buscar evitarlo o prevenirlo y de esa forma buscar construir un mejor futuro.  Nos hace cuestionarnos en qué momento perdimos esa esperanza por el futuro y nos tiramos a la autocompasión y lamento. En especial cuando en los últimos años, aún y con los latentes y cada vez más complejos problemas, también hemos tenido avances y cambios que en otras épocas eran inimaginables. 

En determinado momento la cinta dice algo muy poderoso. Es muy sencillo destruir un viejo edificio, lo complicado es construir algo nuevo y mejor con el. Es un mensaje que de forma consistente remarca y que por otro lado me recuerda aquel discurso de Walt Disney donde dice que en Disneyland no se mira mucho tiempo atrás, sino se avanza (keep moving forward) abriendo nuevos caminos y puertas, pues la curiosidad nos lleva a nuevos caminos. 

Siempre he creído que de alguna manera u otra la humanidad siempre ha estado al borde de la extinción, no sólo hoy, sino desde tiempos inmemoriales y mal que bien siempre ha encontrado soluciones y ha seguido avanzando. El punto es que los problemas que se nos presentan siempre son más complejos y dificiles porque como humanidad también somos más complejos. Como si una suerte de paranoía global, potenciada por las nuevas tecnologías nos impidiera darnos cuenta que en el pasado las cosas también fueron dificiles. 

Cada momento y época presenta sus propias peculiaridades, problemáticas y conflictos. Es nuestro deber, mal que bien, irlos solucionando. No nos podemos tirar en la hamaca de la tragedia y la tristeza, sino buscar solucionar y cambiar. No es bobo o cursi pensar en utopías, y es mucho más productivo que pensar en distopías. 

Por otro lado, la película es bastante buena aunque tiene sus bemoles. El guión en ocasiones se torna algo confuso (en especial por esa narrativa que sólo va soltando pedazos de información) y el tercer acto es relativamente flojo e inferior a las ideas que plantea la cinta. Como si al final no se hubiera encontrado un arco dramático que cerrara la historia y se inventó uno bastante flojo, que como dije no hace justicia a las ideas, a la pasión y cariño del director y el guionista y al preciosismo visual que Tomorrowland nos presenta. 

Ese quizá sea el mayor fallo del filme, que su final no logra construir un conflicto que se pueda solventar de forma convencional y su final termina siendo flojo. Pero eso no menosprecia la calidad de las ideas plasmadas y las carismáticas actuaciones de su elenco, en especial del trio protagónico, Clooney, Robertson y Cassidy. En ese sentido el rol de Hugh Laurie que deviene en villano es poco convincente. 

Visualmente la cinta es una maravilla, pues el Tomorrowland que presenta es por un lado una visión amplificada y funcional de los bocetos que inspiraron EPCOT y por otro lado es una conjución de todos los elementos arquitectónicos usuales de una utopía. El score de Michael Giacchino por otro lado es sublime y encantador, uno de los pocos del compositor que realmente me resuena durante toda la cinta. 

Tomorrowland es una cinta que pese a sus fallos argumentales presenta ideas bastante elaboradas y ciertas sobre la humanidad y su conflictiva relación con el incierto pero siempre latente futuro. Tomorrowland nos invita a renunciar a las distopías como destinos manifiestos, y pensar como evitarlas, lo cual, inconscientemente quizá nos dirija hacía una utopía. 

Y en la próxima madeja: ¿Porqué votar?

No hay comentarios:

Publicar un comentario