lunes, 25 de mayo de 2015

Mi problema con Morena

La Madeja del Gato (electoral)
Madeja #302
Por Christopher Vergara

Para cualquier elector de izquierda (de esos que razonan su voto y no votan no'más por un personaje, un beneficio o una costumbre), la aparición en el firmamento político de un partido como Morena, fundado y dirigido por Andrés Manuel López Obrador sin duda alguna llama al debate, en especial cuando las opciones tradicionales de izquierda se hallan en una crisis de aquellas que sólo se ven cada cierto tiempo. 

Este proceso electoral en particular más que otros, he estado muy abierto y meditante de todas las opciones políticas en el firmamento, desde aquellas por las que jamás votaré como Acción Nacional, hasta las francamente risibles como el Partido Verde, pasando por todo el amplio espectro político, especialmente por los partidos que se asumen de izquierda. En el caso de Morena, mi análisis empezó con bastante expectativa y algo de emoción que se ha ido desinflando a pasos agigantados. 

Morena arrastra muchos de los problemas y deficiencias que ideológica y programáticamente arrastra Andrés Manuel López Obrador, pero los exponencía a nivel de partido político, lo cual le resta demasiada seriedad como opción política. Anteriormente, cuando Andrés Manuel estaba en el PRD y remoras aquello no era un problema pues ese era un coctel político que limitaba sus respectivos fallos. 

Morena al ser basicamente un partido de masas que sigue la voluntad de un hombre, se vuelve por tanto un partido donde los excesos de Andrés Manuel son notorios por todos lados. Retomando una frase que le leí hace poco a Leo Zuckerman, los diagnósticos de Andrés Manuel son los correctos, pero sus soluciones siempre son limitadas o insuficientes. 

Veamos un caso. El mayor estandarte de Morena en estas elecciones es la corrupción. Para Andrés Manuel y por tanto para Morena el problema más grande que enfrenta México es la corrupción. Su solución es 'limpiar de corrupción a México'. Y ya. La oferta programática de Andrés Manuel se basa más en la 'honestidad moral' de sus políticos, que en otra cosa. 

Pero eso no es suficiente, en especial cuando se va a elegir la Cámara de Diputados cuya mayor función es hacer leyes. Algo en lo que Andrés Manuel no cree, porque si algo tiende continuamente a descalificar son las nuevas leyes. En palabras de Andrés Manuel, 'las leyes actuales están bien, no se necesitan otras, basta que se apliquen'. Con base en este pensamiento es que Andrés Manuel se ha opuesto a cualquier reforma hecha en los últimos diez años, entre ellas la del Sistema Nacional Anticorrupción. 

El principal problema resulta que un sistema político no puede partir de la 'honestidad moral' de quienes dirigen sus instituciones para asegurar que no haya corrupción. Sería pecar de ingenuos. Es necesario un marco legal porque en algún punto, sea desde el Presidente hasta el más humilde servidor que atiende la ventanilla de la presidencia municipal más perdida de México se va a presentar un acto de corrupción. Por eso es necesario un sistema que de forma general y funcional atienda esas deficiencias. 

Y en general así son todas las soluciones de Andrés Manuel. Plantea revertir la reforma energética pero no plantea como modernizar a Pemex más allá de 'administrarla con honradez', plantea no permitir que ningún joven se quede sin educación sin resolver como aumentar la saturada demanda educativa, plantea impedir la privatización del agua sin señalar como enfrentar la crisis hídrica, y así un largo etcétera. 

Eso además nos lleva a otro problema. Andrés Manuel está ensimismado políticamente. Considera que el es el único que tiene la solución para los problemas de México que prácticamente ha dinamitado puentes no sólo con la oposición sino con los tres partidos que alguna vez le dieron cobijo. Así Andrés Manuel está rechazando uno de los elementos esenciales de la democracia, el dialogo y el acuerdo. Morena va a tener una fracción en el Congreso, pero ni en el mejor de los escenarios será mayoría, así como ningún otro partido lo será. Por tanto necesita pactar y negociar, pero ¿cómo pactar y negociar con un partido que sólo busca imponer sus visiones y desdeña las opiniones de los otros al descalificarlos sin miramientos por ser la 'mafia en el poder'?. 

La visión política de Andrés Manuel termina por tanto defendiendo y promoviendo el presidencialismo exacerbardo que tanto critica en el PRI pero admira en Juárez. Ese presidencialismo que puede solucionar todo y que no necesita leyes ni Congreso pues basta con su buena voluntad y honestidad moral para funcionar. Más allá de caer en los típicos alaridos de que eso es mesiánico, resulta poco funcional para una sociedad moderna y plural como la nuestra. 

¿Cómo va a sacar adelante leyes en el Congreso Morena si no plantea dialogar con nadie?, ¿si no se permite ceder, ya que lo considera venderse al otro?, ¿si critica todas las propuestas y leyes pero no plantea nada porque 'las leyes actuales están bien como son?. 

Lo cual nos lleva a otro punto. Que fue el que me terminó por desencantar de Morena. Andrés Manuel anda muy feliz por toda la patria declarando que tras el triunfo de Morena, revertirá las reformas constitucionales y dejará la Constitución 'tal como la escribieron los Constituyentes de 1917'. Eso para mi, como constitucionalista, fue como para provocarme un infarto ideológico. 

Entiendo que Andrés Manuel esté en contra de las reformas que impulsó Peña Nieto a través del Pacto por México (sobre lo cual debo mencionar que la mayoría de ellas las considero positivas), pero una cosa es eso y otra es regresar casi cien años en el tiempo para regresar a una Constitución que respondía más el liberalismo decimononíco con tímidos triunfos sociales que tardaron cuando menos dos décadas en cristalizarse. 

López Obrador de un plumazo eliminaría todo lo que nos ha permitido ser un país moderno. Eliminaría los Derechos Humanos, eliminaría decenas de instituciones, le quitaría a la mujer el derecho al voto, permitiría la reelección presidencial, eliminaría derechos sociales de tercera y cuarta generación, eliminaría garantías penales y procesales. 

¿Enserio Andrés Manuel?, ¿enserio?, ¿tu absolutismo ideológico quiere llevarnos a 1917?. No, estoy seguro que ni siquiera has pensado en el alcance e impacto que realmente tendrían tus declaraciones. No sólo porque postulas un despropósito lamentable, sino que realmente demuestra que no eres capaz de reconocer los logros e ideas del otro. 

El México de 2015 NI DE CERCA es como el México de 1917. Es RADICALMENTE MEJOR. Si, tenemos decenas de problemas, centenas o miles. Tenemos una violencia desbordante, una economía paralizado y un sistema democrático que no representa a todos los sectores sociales. Pero existen decenas de condiciones infinitamente mejores que hace cien años. Los niveles de alfabetización y salud son completamente distintos. Nuestra interacción con el mundo es profusamente más amplia. Tenemos un sistema económico mucho más robusto y funcional. Tenemos un andamiaje legal e institucional que aún con todas las deficiencias del mundo es miles de veces más funcional y eficaz que el de 1917. 

Y más que todo, y pese a las opiniones de decenas de pazguatos, tenemos una MEJOR CONSTITUCIÓN que la que teníamos en 1917. Con problemas y defectos, como todo, pero la Constitución que hoy en día está vigente es radicalmente superior a la 'que escribieron los Constituyentes de 1917'. Pues tiene en su haber cien años de experiencia y evolución política de la que la otra carecía. Y pese a todo, sigue manteniendo buena parte del espíritu original.

No tengo nada en contra de Andrés Manuel, en general me cae muy bien. Y está rodeado de mucha gente inteligente y/o reconocida dentro del ámbito académico, científico o social. Pero sus deficiencias son muy claras, su ensimismamiento político así como la inmovilidad de sus ideas y la intransigencia de sus postulados lo vuelven más el partido de unos pocos y menos una opción de gobierno y Congreso para todos. 

Morena puede ser 'la salvación de México', pero no lo va a lograr excluyendo e imponiendo. No en una democracia, deficiente pero democracia al fin como la nuestra.

Y en la próxima madeja: Review de Tomorrowland.

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