domingo, 15 de marzo de 2015

La Cenicienta

La Madeja del Gato (bibidi babidi bu)
Madeja #296
Por Christopher Vergara

Aunque La Cenicienta (el clásico animado de Walt Disney) fue una película que vi desde que era niño, fue hasta mucho después, probablemente a finales de mi segunda decada de vida que realmente entendí el mensaje y la valía del personaje. La Cenicienta, pese a su aparente rol pasivo frente a los sucesos, tiene como virtud principal el de la bondad como modo de vida. La bondad como el mecanismo de acción y de defensa que eventualmente te permitirá enfrentar cualquier reto que te ponga enfrente la vida. 

Siguiendo su muy exitosa tendencia de traducir a acción viva sus más grandes clásicos animados (Alicia en el País de la Maravilla y Maléfica, hasta el momento); Disney llevaba unos años persiguiendo un proyecto en acción viva de Cenicienta, hasta que encontraron en Kenneth Branagh (director de la primera Thor, así como varias brillantes adaptaciones shakesperianas) al director ideal para llevar a la pantalla el guión escrito por Chris Weitz (director de American Pie, Luna Nueva y La Brujula Dorada). 

Disney les pidió a Branagh y Weitz una adaptación directa de La Cenicienta. Es decir, no versiones oscuras, realistas, críticas o nihilistas del cuento de hadas (lo cual sobra decirlo, es bastante fácil de lograr). La adaptación que logra Branagh con el guión de Weitz es encantadora. No es una fotocopia sin alma del mismo, es un homenaje a la vez que un recordatorio de que lo clásico no es necesariamente viejo o no vigente. Es un homenaje al clasicismo y grandielocuencia de los cuentos de hadas en su sentido más clásico. 

La anécdota es por todos conocida... Ella (Lily James) es una jóven que vive una idílica vida con sus padres, hasta que la vida le arrebata a su madre (Hayley Atwell, radiante y hermosa como siempre) quien era su guía moral. Su padre (Ben Chaplin) decide casarse con Lady Tremaine (Cate Blanchett), una calculadora e interesada mujer que junto con sus dos frívolas hijas Anastasia (Holliday Grainger) y Drizella (Sophie McShera) tornan a Ella en Cenicienta, su sirvente, una vez que su padre ha fallecido. La vida de Ella cambia cuando decide ir al Baile organizado por el Príncipe Kit (Richard Madden) quien busca esposa, para lo cual recibe ayuda de su Hada Madrina (la fabulosa Helena Bonham Carter). 

A nivel de guión, la película es muy fiel al clásico animado. Incluso detalles propios de esa adaptación el gato Lucifer y los ratones Gus y Jack Jack están presentes. La historia fluye bastante fiel; obviamente hay algunos cambios pero en general son bastante menores y enriquecen la historia . Entre ellos: Ella conoce al Príncipe creyendo que es un plebeyo aprendiz y va al baile buscandolo, no al príncipe en si, aunque sean la misma persona; la relación de Kit con su padre tiene un ligero trasfondo político donde al final el amor y Ella misma hacen recapacitar al Rey. 

Además elementos que usualmente son críticas de la película animada tienen explicaciones, como el porqué Ella no abandona la casa si recibe un trato inhumano e incluso se delinea de manera muy brillante el odio de Lady Tremaine hacía Ella. Tremaine se casa con el padre de Ella por subsistencia económica, aunque realmente ni ella ama al padre de Ella, ni viceversa. Peor aún, Ella le recuerda todas aquellas características que Tremaine ha perdido con el tiempo, producto de sus propias decepciones con la vida y su incapacidad de recuperarse de las mismas. 

Estas explicaciones aunque le dan dimensión y profundidad al personaje, de ninguna manera generan simpatía o afecto hacía el mismo (como si sucedía con Maléfica). Pese a que conocemos porque Tremaine es como es, nunca dejamos de sentir asco y desprecio por esta completa perra. En ese sentido es digno de elogiar el magnífico trabajo de Cate Blanchett que borda bellamente un personaje que encierra una gran ira y dolor debajo de manerismos finos y contenidos que irradian pese a todo odio y desprecio. 

Quizá el tercer acto es el que presenta mayores cambios (hay un cambio en el rol del Duque y Tremaine toma una conducta chantajista antes que unicamente esconder a Cenicienta en su torre) pero esos cambios en general terminan siendo mínimos y bastante afortunados pues dan mayor solidez al argumento que se construye. 

Hacía referecia a la esencia del personaje pues es algo que Branagh y Weitz lograron plasmar sabiamente (aunque quizá de manera un tanto reiterada). La madre de Ella deja como principal enseñanza y mantra de vida a Ella el que sea siempre 'valiente y bondadosa' (courage and kindness). Pues 'hay más bondad en tu dedo meñique que el que mucha gente tiene en todo su ser'. Esta frase es muy poderosa, pues lecturas críticas aparte, en ello radica el motivo de triunfo del personaje. Cenicienta termina triunfando no porque se case con un hombre o porque la zapatilla le quede, triunfa porque nunca renunció a su bondad innata, sino que incluso la engrandeció y más aún, tuvo el coraje suficiente para defender su vida, su herencia e incluso su reino cuando debe hacerlo.

Eso es lo que diferencia a los verdaderos héroes de los villanos. La bondad es un elemento sin el cual no se explica la mitología fantástica e incluso (en mi particular opinión) es una ley fundamental de la vida. Los cuentos de hadas hablan sobre elementos primordiales de la naturaleza humana y como impactan en la vida de las personas a través de las decisiones. La bondad es un elemento primordial y la lleva para obtener eventualmente la felicidad interna concordante con nuestros códigos de ética. 

Sin embargo a la vez la bondad es lo más difícil de alcanzar y mantener pues implica necesariamente renunciar o cuando menos limitar conductas egoístas y que sólo persiguen intereses particulares. Por eso, en el interior de las personas, la bondad es una aspiración persistente a la vez que un logro recurrente (en mayor o menor medida). Cenicienta lo presenta en un contexto fantástico pero cien por ciento válido en la vida real. En la medida en que eres más bondadoso logras tener mayor paz interior y te sabes desarrollar en la vida. 

Por eso la escena final, donde Cenicienta finalmente triunfa pero tiene la humildad de ver a la derrotada Lady Tremaine y decirle 'Te perdono' es tremendamente poderosa. La bondad se expresa de muchas formas pero la más compleja y afortunada de ellas es el perdón. Porque significa un proceso de purificación donde las ofensas del otro, así hayan sido tremendas y horrendas, son finalmente perdonadas. La relación que alguna vez fue vertical, se invierte o se vuelve horizontal y existe suficiente bondad, fortaleza y coraje en nosotros mismos que nos permite no sólo ser resilientes y sobreponernos a ese dolor, sino ser bondadosos y no guardarle rencor a quien nos hizo daño. (Algo que por ejemplo Tremaine no es capaz de hacer). 

Todos estos elementos están delineados en La Cenicienta de Walt Disney, pero Kenneth Branagh es mucho más visual y reiterativo en los mismos. Lo cual termina siendo bastante afortunado, pues La Cenicienta es uno de los cuentos de hadas más fácilmente atacables en virtud de que no responde a los códigos de lo políticamente correcto hoy en día. Por eso la labor de Branagh es valioso, porque retoma y extrae estos valores que son la esencia del personaje y los plasma con una absoluta sinceridad y creencia en los mismos que la película jamás parece que miente o es hipocrita sobre ellos.

En el aspecto actoral, la mano de Branagh es realmente afortunada. Lily James encarna a la perfección los valores que he dicho en Cenicienta, una joven aparentemente frágil y pasiva que realmente entraña una fuerza irrestricta. Blanchett con su alucinante y odiable actuación. Richard Madden borda un Príncipe realmente encantador (como su nombre) pero que no solamente es el apuesto galán que salva a la novia, sino un jóven dubitativo que se debate entre seguir sus instintos o aquello que conviene políticamente. Grainger y McShera brindan momentos cómicos bastante divertidos mientras que Helena Bonham Carter como el Hada Madrina es la fuente primordial de magia y fantasía de la historia. 

A nivel visual no hay forma de no sentirse regocijado. El diseño de vestuario y de producción sólo puede ser calificado de clasicista y exuberante, en especial durante el segundo acto, relativo al baile real. Los vestidos, (en especial el de Cenicienta), los trajes, el carro calabaza, la decoración, el palacio, son completamente hermosos. No hermosos en un sentido presuntuoso o despilfarrador, sino genuinamente bellos, coloridos, vibrantes, exuberantes, una delicia visual que complementa lo que transcurre en pantalla. 

La Cenicienta es por mucho una mejor película que Maléfica y Alicia en el país de las Maravillas. Un afortunado trabajo de Disney que reinvindica su legado y su liderazgo en el género familiar ofreciendo una historia clásica, que nunca envejece. 

El Último Hilo: Antes de la cinta se exhibe Frozen Fiebre Congelada, un corto de siete minutos donde nos reencontramos con nuestros queridos Elsa, Anna, Kristoff, Olaf y Sven. Elsa está ultimando detalles para la celebración de cumpleaños que nunca le ha podido dar a Anna cuando una latosa gripe la asalta y amenaza con arruinar todo. 

La canción nuevamente escrita por Robert Lopez y Kristen Anderson-Lopez no es realmente memorable, pero el corto es realmente encantador. Tanto por volver a encontrarnos con nuestros personajes queridos como porque es por si solo bastante divertido. La temática es dulce, los chistes son geniales, los muñecos de nieve son hilarantes y la hermandad como esencia de los personajes sigue siendo lo primordial. Es bello. 

Y en la próxima madeja: Review de Alexander y un día terrible, horrible, malo, ¡muy malo!

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