jueves, 26 de marzo de 2015

Glee, el adiós.

La Madeja del Gato (gleek por siempre)
Madeja #297
Por Christopher Vergara 

Aún recuerdo como si fuera ayer aquel lejano 13 de septiembre de 2009 cuando Fox (donde en aquel tiempo veía Lipstick Jungle) pre-estrenó Glee. La serie de inmediato me capturó, quien no se iba a sentir identificado con un montón de inadaptados sociales que no encuentran su lugar en la preparatoria, que anhelan y temen a la fama y el reconocimiento y que en la música encuentran su equilibrio, amistad y amor.

En aquel tiempo tenía apenas 18 años aunque realmente siempre he sido más inmaduro de lo que realmente es mi edad. Por eso, de entre todas las historias me hizo mucho sentido la de Kurt, aquel niñito gay, temeroso de mostrarse como es y amedrentado por quienes lo consideran diferente en sentido negativo. Ese momento final cuando cantan Don't Stop Believin' fue simplemente mágico.

El episodio piloto de Glee me dejó una sensación de alegría y de bienestar tan genial. Una suerte de reconciliación con aquellos momentos de tu pasado donde no fuiste lo suficientemente atrevido y valiente (además de una gran comedia y grandes canciones y divinos protagonistas) que sin dudarlo dije, le daré una oportunidad.

En noviembre de ese año la serie se estrenó de forma regular. y obviamente ahí estuve... Solamente me seguí enamorando (de forma inconsciente) más y más de esa bonita serie. En su momento la definí como High School Musical meets The Middle, porque era toda la onda optimista y musical de la película de Disney con toda la vibra cínica y ácida de la serie de Warner.

Y siguieron magníficos episodios que de alguna forma narraban el proceso de aceptación de la sexualidad (que quizá nunca tuve) con Kurt admitiendo ante Mercedes que es gay y finalmente frente a su padre, que lo acepta pues eso era algo que siempre supo. Lo acepta y lo quiere.

Y entonces llego ese episodio... el episodio ocho, Wheels... donde Kurt y Rachel tienen un fantástico Diva Off por el solo de Defying Gravity. Ahí fue cuando la conjunción entre argumento y música llego a un punto tan perfecto que Glee se ganó mi absoluta lealtad, cariño y amor como televidente. Desde entonces a la fecha, no me perdido un solo episodio de Glee, incluso lo ha de haber visto cuando menos dos o tres veces cada uno.

Desde entonces Glee es parte de mi. Este blog es testigo de eso, le dedique al menos una columna a cada temporada... esa primera temporada que nos hizo enamorarnos de estos personajes, sufrir con Rachel y su amor cada vez menos imposible por Finn, odiar a Terry que falsificaba un embarazo y evitaba que Will amara a Emma, y mi Kurt descubriendo quien es y aceptando las cosas, incluyendo esas históricas regionales que se perdieron pero nos dieron un año más.

Esa irregularidad pero magnífica segunda temporada que nos dio a ese inolvidable personaje y magnífico talento que es Blaine, la perfecta combinación para Kurt, y el amor verdadero, adolescente pero eterno con que todas las personas (o al menos todos los gays) soñamos. La tercera temporada donde tantos sentimientos se juntaron pues finalmente Nuevas Direcciones ganaron las Nacionales justo a tiempo para la graduación.

La cuarta temporada presentó muchos cambios con Rachel mudándose a Nueva York mientras su relación con Finn subía y bajaba, a la vez que este encontraba su vocación como profesor mientras el resto de los New Directions originales se graduaba. Quien iba a pensar que jamás podríamos ver el sueño de Finn volverse realidad. Esa cuarta temporada fue la última de la serie que tuvo un éxito similar al de las anteriores.

Simplemente algo pasó con la quinta temporada que no contó con el mismo cariño del público. Sólo los verdaderos Gleeks nos quedamos estas dos temporadas restantes. Alucinamos con el fin de New Directions y la vida loca en Nueva York incluyendo las malas decisiones de Rachel respecto a su carrera y la pedida de mano más hermosa jamás vista cuando Blaine pidió la mano de Kurt.

Esta sexta temporada fue un back to basis para Glee. Aprovechando el fracaso de Rachel tras sus malas decisiones, ella y Kurt deciden regresar a Lima a reiniciar el club Glee que Sue había logrado por fin cancelar. Reiniciar el club mientras retomaban el sentido de sus vidas. Si, trece episodios fue muy poco tiempo pero cuando menos fue suficiente para dejar todo en orden. Más importante aún, para reivindicar y dejar en claro el valor y sentido de Glee.

Glee nunca olvidó o siempre fue dos cosas: un canto de amor a la música y al poder de las artes como medio de elevar el espíritu en las escuelas. Y un canto de respaldo y apoyo a la diversidad en todas sus formas, especialmente la sexual; al derecho de toda persona de ser como quiera ser y ser respetado por eso. Inclusión y música, diversidad y arte. Sólo eso.

Gracias a Glee conocí cientos de canciones y me enamoré de muchas de ellas. Conocí a decenas de artistas, ritmos, géneros, emociones. Probablemente cualquier erudito (sangrón) de la música podrá decir que Glee no hacía más que destrozar canciones y atentar contra la historia de la música pero por mi parte sólo le queda desearle que se joda. La música es atemporal pero muchas veces necesita de contextos más recientes para que otras personas puedan captarlo y quizá conocer la fuente original y enamorarse de ella.

En mi caso, gracias a Glee me enamoré (perdida y locamente) de Wicked, el musical y de Queen... Desde ese primer brillante Defying Gravity quedé prendado de una canción que me hablaba en tantas formas que no pude más que buscar la fuente original y enamorarme de todo: de las canciones, del musical, de Idina Menzel, y en ultima instancia del libro. Lo mismo con Queen... grandes tributos le hicieron pero Don't Stop Me Now, en versión de Darren Criss fue la que finalmente me hizo comprender el poder, relevancia y majestuosidad de Queen, gracias a Glee me adentre en la fantástica discografía de ese gran grupo.

Voy a extrañar mucho a Glee que cada semana no sólo hacía tributos a los grandes éxitos del momento (algunos que no conocía por supuesto) sino que además siempre era una hermosa y talentosa clase de música donde uno abría su mente y oído a ritmos quizá tan viejos como nuestros abuelos o padres pero que tenían aún mucho que decir. De alguna forma, Glee nos deja huérfanos de seguir enriqueciendo nuestro conocimiento musical pero sin duda mucho más ricos y con más conocimiento del mismo.

Glee como nadie defendió muchas banderas. La importancia de las artes en la enseñanzas es radical pues es igual o más importante que los deportes y los conocimientos científicos. En muchas maneras, el arte, la expresión más abstracta e inconsciente de la psique humana es lo mejor que podemos señalar que nos dota de humanidad y diferencia respecto de los animales. Las artes son sumamente necesarias pues elevan y pulen el espíritu. Que Glee haya impulsado que al menos unos cuantos niños y jóvenes perdieran miedo a expresarse y se acercará al arte en cualquiera de sus formas es sumamente poderoso. Y no fueron pocos, es sabido que los coros escolares aumentaron en Estados Unidos y tomaron mayor fuerza desde la emisión de Glee al aire.

Pero es igual de valioso lo que Glee hizo respecto a la inclusión y aceptación. Desde el primer hasta el último momento Glee siempre apeló por aceptar a los otros como son, con sus defectos y virtudes, celebrar las mismas y hacer todo lo posible porque las semejanzas pesen más que las diferencias. No hay un sólo rasgo social que no haya sido al menos tocado una vez siempre con la misma honestidad y con el mismo tono de aceptación y fraternindad, siempre en un plano de igualdad, nunca de condescendencia.

Los afroamericanos, las personas con Síndrome de Down, los asiáticos, las personas con sobrepeso, con síndrome de Asperger, con una discapacidad física, con dislexia, los judios, obviamente los homosexuales, lesbianas y transexuales. Todos aquellos que alguna vez pudieron ser etiquetados o ser tratados de forma agresiva o inequitativa fueron defendidos, porque al final las diferencias sólo nos van a destruir, mientras las semejanzas nos permitirán vivir mejor. Un mensaje que la humanidad siempre ha conocido y nunca termina de entender.

Obviamente el mensaje más claro siempre fue el de la diversidad sexual, probablemente porque los creadores y productores siempre han defendido ese tema, en especial por el mismo Ryan Murphy que es gay. Obviamente es el mensaje que más resalto y más me hace eco porque yo también soy gay. Pero no por ello debe ser ignorado o descalificado como propaganda gay o alguno de esos estúpidos epítetos que utilizan los conservadores reaccionarios.

Glee tuvo la valentía de hablar siempre con claridad y defender el derecho de amar a quien tu quieras e ir en contra de aquellos que lo amenazan como pueden quienes realizan bullying. La historia de crecimiento de Kurt, de un tímido muchacho en el closet e inseguro de si mismo, hacía un joven exitoso, seguro y orgulloso de si mismo, casado con otro joven igual de seguro y orgulloso de su amor es 'el camino del héroe' de cualquier homosexual.

Para cualquier chico o chica que alguna vez en su vida haya sufrido algún maltrato, haya tenido miedo o haya dudado de que las cosas pueden funcionar para el. Glee no es otra cosa más que un bálsamo, la mejor manera de decir que las cosas van a mejorar, porque muy probablemente lo hagan siempre cuando tengas la confianza y la fe y el cariño en ti mismo para defender lo que eres, en lo que crees y luchar por tu propia felicidad. Esa es la clave esencial: jamás rendirse y siempre, siempre buscar tu felicidad.

Por es muy relevante el discurso final que da Sue donde finalmente reconoce el papel de las artes en la educación pero en especial el coraje o valentía que representa defender lo que crees. Al final del día y aunque sea una historia que hayamos visto decenas de veces, se necesita demasiado coraje para romper los esquemas que rigen tu vida y lanzarte sólo con tu suerte al vacío esperando que las cosas salgan bien y que tus sueños revelen tener fortaleza para pervivir en tu vida. 

Por ello es relevante no dejar de creer. La esperanza, que Glee bordó desde el principio más remoto con aquel inolvidable número Don't Stop Believin' es aquello que le da empuje y sustento al valor por romper los esquemas. Porque cuando inicias una aventura en la que estás yendo en contra de las probabilidades, las expectativas, los esquemas o simplemente cuando estás viviendo, necesitas esperar que las cosas salgan bien o mejores. No dejar de creer por eso resulta relevante, porque implica no permitirte darte por vencido. 

Al inicio de la serie, Rachel decía que uno de sus mantras de vida es que ser parte de algo especial te hace especial. Ello tiene un valor muy significativo pues habla sobre el valor de la amistad y los lazos cuasifamiliares que se forman con aquellas personas con las que compartes tantos momentos y aventuras que terminan siendo el núcleo esencial de tu vida. Efectivamente no puedes dejar de creer y tampoco puedes hacer las cosas solo, o mejor aún, las cosas funcionan mejor o más adecuadamente cuando tienes algo a tu lado. 

Pero muchos años después Rachel reflexiona y llega a otra gran verdad que le enseñó Will, ser parte de algo especial no te hace especial, algo es especial porque tu eres especial. Esta es una enseñanza que dicha simplemente así carece de sentido y requiere todo un proceso de crecimiento (como el que tienen Rachel, Kurt y el resto de los personajes) y que tiene que ver con el proceso de madurez donde te das cuenta que aquellos medios que pensaste que te impulsaron a lograr tus objetivos no fueron realmente más que medios que tu mismo impulsaste. Es decir, al final del día el motivo por el que las cosas funciona es básicamente tu mismo. 

Por eso, el mantra final de Glee toma tanto sentido: See life not as it is, but as it should be. No veas la vida como es, sino como debería ser. Porque en ello consiste la esperanza definitiva. La vida, desafortunadamente es un mundo de claroscuros donde nos topamos con cosas geniales y hermosas y cosas horrendas y decepcionantes. La vida misma por regla incluye unas y otras. Pero ver el mundo, la vida como debería ser significa hacer de la esperanza un mantra de vida tal que ninguna situación parezca irreversible, irredimible o irreparable. Que las cosas eventualmente tienen un modo de mejorarse y transformarse. Quizá no en el ámbito personal donde nos beneficiarían pero si en un impacto hacía futuro, más allá de nuestro entorno. Donde los cambios realmente pesen. 

Por eso Glee es realmente valioso. No sólo por revivir el género de los musicales en televisión, no sólo por ser un semillero de talentos actorales y vocales, no sólo por defender los derechos de las personas homosexuales o con discapacidad, no sólo por regalarnos grandes historias y emociones cada semana, Glee tiene en esencia y transmitió a su audiencia seis años un mensaje de vida sumamente poderoso que en un mundo cada vez más oscuro y complejo toma fuerza como el método más eficaz de hacer frente a las adversidades. Quizá incluso de manera inconsciente, Glee es un canto a celebrar la vida y sus maravillas, a luchar porque esas maravillas sucedan y a nunca dejarse levantar. 

Tal como desde aquel primer capítulo se dijo, por su pura definición, Glee significa abrirse uno mismo, a la alegría. 

El Último Hilo: Es realmente innecesario, pero Glee contó siempre con un fenomenal elenco y equipo de producción sin el cual no sería nada.  A nivel actoral Glee siempre nos regaló grandes actuaciones e interpretaciones, a nivel argumental y con detalles como toda serie, siempre hubo grandes y relevantes historias que no por ello renunciaban a el humor y la diversión. Grandes personajes que estarán siempre en nuestros corazones. 

Gracias a Lea Michele, Chris Colfer, Cory Monteith, Matthew Morrison, Jane Lynch, Darren Criss, Jenna Ushkowitz, Amber Riley, Kevin McHale, Dianna Agron, Naya Rivera, Heather Morris, Mark Salling, Chord Overstreet, Jayma Mays, Dot-Marie Jones, Harry Shum Jr., Becca Tobin, Alex Newell, Jacob Artist, Blake Jenner, Melissa Benoist, Iqbal Theba, Lauren Potter, Max Adler, NeNe Leakes, Jonathan Groff, Ashley Fink, Samuel Larsen, Damian McGinty, Mike O'Malley, Romy Rosemont, Jessalyn Gilsing, Samatha Marie Ware, Laura Dreyfuss, Billy Lewis Jr., Vanessa Lengies, Marshall Williams, Noah Guthrie, Idina Menzel, Grant Gustin, Gwynelth Paltrow, Robin Trocki, Kristin Chenoweth, Whoopi Goldberg, Sarah Jessica Parker, Adam Lambert, Demi Lovato, Kate Hudson, Jennifer Coolidge y tantos más actores que falten (incluyendo al señor y señora Tubbington) por regalarnos tan geniales actuaciones y tan bellos momentos. 

Gracias a Ryan Murphy, Ian Brennan, Brian Fachulk, Adam Anders, Nikki Anders, Tommy Faragher, Dante DiLoreto, Peer Arstrom, Michael Hitchcock, Ali Adler, Matthew Hodgson, Roberto Aguirre-Sacasa, Rivka Sophia Rosie, Ross Maxwell, Ned Martel, Jessica Meyer, Aristotle Kousakis, Russel Friend, Garrett Lerner, Stacy Traub, Marti Noxon y tantos otros directores, guionistas y productores musicales que hicieron de Glee la serie consentida de todos, con gran música, grandes historias y bellos momentos. 

Hasta siempre mi Rachel, mi Kurt, mi Blaine, mi Sam, mi Sue, mi Will, mi Quinn, Tina, Mercedes, Artie, Finn, Puck, Jake, Marley, Joe, Santana, Britanny, Figgins, Becky, Kitty, Emma, Burt, y tantos y tantos personajes que me hicieron soñar, reír, llorar, emocionarme, intrígarme, divertirme, enternecerme. Llevarme por toda esa gama y gala de emociones. Por enseñarme a siempre desafíar la gravedad. Los quiero intensamente chicos, tanto como se puede querer a los personajes de una serie que no existen en este plano de la realidad. Gracias por el viaje chicos, jamás los olvidaré. Los llevo siempre en mi corazón.

Don't stop believin'. Nunca dejes de creer. 

Y en la próxima madeja: Review de Alexander y el día terrible, horrible, malo, ¡muy malo!.

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