jueves, 6 de noviembre de 2014

Elecciones EU 2014

La Madeja del Gato (electoral)
Madeja 283
Por Christopher Vergara
 
Los estadounidenses acudieron a las urnas el pasado 4 de noviembre para renovar los 435 escaños, 33 bancas en el Senado estadounidense y 36 gubernaturas en una de las elecciones más aburridas de las que se tenga memoria reciente y donde el único tema nacional fue el rechazo o aprobación que se tenga del Presidente Barack Obama.
 
La campaña se preveía ciertamente difícil para los demócratas, en especial con la joya de la corona que fue la mayoría demócrata en el Senado. De los 33 asientos en dispuesta, 21 eran azules contra apenas 12 que arriesgaron los republicanos. Todos ellos triunfos obtenidos en 2008 cuando Barack Obama fue electo por primera vez Presidente dentro de un gran furor social favorable a los demócratas.
 
El clima hoy es radicalmente distinto, pues Obama pese a ser reelecto hace dos años se halla en una situación de completa impopularidad a causa de una Presidencia que es percibida como ineficiente, gris, timorata y sobrepasada por los problemas, por ello era previsible una victoria republicana.
 
Y así fue. Los demócratas perdieron la mayoría en el Senado al perder al menos siete asientos que configuran un Senado integrado por 54 republicanos contra 46 demócratas (esta estimación está sujeta a la segunda vuelta en Luisiana donde es previsible otra victoria republicana y el cierre de conteos en Virginia y Alaska donde cada partido parece ganar un escaño). Los republicanos ampliaron su control de la Cámara de Representantes en cuando menos 10 representantes así como las gubernaturas donde lograron arrebatar cuatro entidades a los demócratas contra uno de los demócratas.
 
Hay que ser claros, los republicanos no ganaron por su linda cara, o porque los estadounidenses piensen que ellos son la mejor opción para Estados Unidos y por tanto estamos a meros meses de que los republicanos regresen a la Casa Blanca. Los resultados se explican por una combinación de factores que explican el debilitamiento demócrata.
 
Tradicionalmente las elecciones intermedias suelen ser duras para los demócratas, pues sus bases electorales más fuertes (las mujeres, los jóvenes, las minorías raciales) no suelen movilizarse como si lo hacen los grupos conservadores, blancos y religiosos que votan no sólo de forma recurrente, sino además ferviente en todos los procesos electorales. Sumen un ambiente de decepción hacia el Presidente Obama que desalienta aún más el voto demócrata y ese mismo clima, potencializado por la campaña anti-Obama de los republicanos que alienta de forma importante los votos rojos. Los factores tradicionales de debilidad demócrata en las intermedias fueron aumentados por las circunstancias políticas actuales.
 
Sin duda los últimos dos años de la Presidencia de Barack Obama se antojan francamente paralizantes tanto para el Congreso como para el Presidente pues mutuamente se estarán bloqueando. En cuanto los republicanos aprueben leyes que busquen demoler los logros o sean contrarios a las políticas de Obama (en especial con la reforma de salud), no tardará el Presidente Obama en vetar esas medidas. Lo mismo ocurrirá si el Presidente Obama firma ordenes ejecutivas, en específico en temas controvertidos que sin duda enciendan los ánimos políticos republicanos.
 
Por ello es altamente probable que durante los próximos dos años veamos la guerra entre republicanos extremistas y demócratas que hemos visto desde 2008. Un escenario donde Obama negocie temas específicos con los republicanos es factible pero ciertamente serán contadas las ocasiones donde eso suceda. Ello solo profundizará la crisis de credibilidad y confianza que viene arrastrando la clase política estadounidense desde hace varios años.
 
Sin embargo, la hecatombe apocalíptica que vivieron los demócratas el pasado martes no necesariamente presagia un desastre para el partido azul, más aún existen una serie de condiciones para que los demócratas logren mantenerse en la Presidencia en las elecciones a celebrarse en dos años. En especifico si esa candidata es por todos esperada nominada demócrata, Hillary Clinton.
 
Clinton, quien ha asegurado que el próximo año hará publica su decisión sobre competir por la Presidencia de Estados Unidos es quien puede con mayor comodidad capitalizar el fracaso demócrata y de contar con la inteligencia y dinero necesarios convertirse en la próxima Presidente de Estados Unidos.
 
Hillary es la política más conocida y popular con que cuentan los demócratas actualmente. Su apellido es una marca invaluable pero también su propio nombre lo es; a diferencia de hace ocho años cuando perdió las primarias demócratas, Clinton está en inmejorable posición de convertirse en la nominada demócrata ante una caballada que aunque no es flaca, no tiene esa cualidad four-quadrant que tiene Clinton.
 
Ex-secretaria de Estado, ex-senadora, ex-Primera Dama, defensora de las mujeres, los niños y los jóvenes, brillante abogada, querida abuela y madre. Clinton tiene un perfil que es apelable para todos los demócratas (aún los más radicales) pero también para los independientes e incluso algunos sectores republicanos. Clinton puede apelar lo mismo que a los jóvenes, mujeres y minorías, que a sectores blancos, rurales y conservadores. Incluso su edad le beneficia para alcanzar todos esos sectores.
 
Si Clinton se lanza a la Presidencia su campaña será una ola azul que ahogara prácticamente a todos los republicanos. Por más que los republicanos quieran asociarla con Obama, el magnetismo que representa el apellido Clinton y lo que eso significa es más fuerte. Por más que se quieran recordar incidentes como el triste atentado en Bengazi o casos viejos como Whitewater o Lewinski, su trabajo y popularidad fácilmente pueden sortear esos sectores. Clinton podría atraer los mismos votos que llevaron a Obama dos veces a la Presidencia pero incluso atraer votos blancos y rurales que tan seguros sienten los republicanos.
 
Por eso el pasado martes gente como Rand Paul se lanzó a la yugular de Clinton intentando asegurar que sus políticas y su nombre también fueron rechazadas. Porque saben que una vez en campaña no podrán hacer nada para detenerla, y más aún gente como Rand Paul, Jeb Bush, Marco Rubio o Chris Christie poco podrán hacer contra el imparable caballo de carisma, experiencia, inteligencia, y esperanza que es Clinton. Esta es la definitiva, y si no se cometen errores o no se suscitan acontecimientos ahora imprevistos, la elección de 2016 es la elección de Clinton.
 
Y eso necesariamente se reflejará en las elecciones legislativas. Dentro de dos años serán los republicanos los que tendrán más asientos en riesgo, pues de los 34 asientos en riesgo, 24 son republicanos y sólo diez demócratas. Entre los asientos republicanos hay muchos estados swing (volátiles) en juego, incluyendo Arkansas, Florida, Illinois, Iowa, Luisiana, Nueva Hampshire, Ohio, Pensilvania o Wisconsin. En pocas palabras, es altamente probable que los demócratas recuperen la mayoría en el Senado y acorten la diferencia en la Cámara de Representantes, cuando menos.
 
En dos años, lo que hoy es fiesta, podría ser tristeza y viceversa. Al tiempo.

Y en la próxima madeja: Review de Grandes Héroes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario