jueves, 2 de junio de 2016

¿Por qué votar en el Constituyente de la CDMX?

La Madeja del Gato (cívico-electoral)
Madeja #332
Por Christopher Vergara

Cada proceso electoral vuelve a surgir entre el electorado la persistente duda de cuál es la razón u objetivo de votar. En especial porque los retos y problemáticas de la democracia y de la Ciudad superan por mucho el espectro de respuesta y de acción del gobierno de la Ciudad y de los partidos de oposición. En pocas palabras, cada proceso electoral pareciera que no hay razón para votar si las cosas sólo permanecen igual o empeorarán. 

El argumento más sencillo y rotundo sería contestar que es nuestra obligación. Tenemos que votar, no sólo porque sea un derecho, sino porque es necesario formar parte de los asuntos públicos del país, y aunque el menú de opciones políticas no nos deje del todo satisfechos debemos elegir alguno de ellos, esperando que dentro de la mecánica de poder de la Ciudad responda de alguna forma cercana a nuestras expectativas o intereses. Ese argumento es completamente válido pero me parece absolutamente derrotista y peor aún condescendiente respecto al electorado. Creo que es necesario elaborar un poco más los argumentos para convencer a la gente de votar. 

La elección del próximo domingo será bastante atípica. Los habitantes de la Ciudad de México votaremos para elegir al 60% de la Asamblea Constituyente que se encargará de aprobar y modificar la Constitución Política de la Ciudad de México, lo cual será el punto final (a la vez que el inicio) del largo proceso de transición democrática que esta Ciudad ha vivido desde la reforma política de 1986. Es un proceso que ha tardado treinta años. 

Hay una razón primordial para participar en este proceso político. Los capitalinos debemos ser parte en el proceso tan neurálgico de la redacción, discusión y aprobación de lo que será la Constitución Política de nuestra Ciudad. 

Una de las razones por las que amo el Derecho Constitucional y me llevó a ser especialista en ello, es que la Constitución es un documento normativo bien diferente de cualquier otra ley o norma. La Constitución tiene una doble función al ser un documento que a la vez que organiza el poder (regula una situación establecida) establece o traza lineas de acción respecto a las aspiraciones o metas que tenemos como sociedad. Es un documento que plasma y regula una realidad pero va más allá y traza que queremos ser. 

Muchas veces este idealismos o futurismo que contiene una Constitución es atacado o menospreciado, pues la Constitución es vista como un documento que termina convirtiéndose en una carta de buenos deseos que no sirve para nada. En cierta forma es cierto, que la Constitución establezca que todos tenemos derecho a una vivienda digna decorosa o a un medio ambiente sano, no implica ipso facto que aparezcan millones de hogares para todos o la contaminación desaparezca. 

Pero quedarnos con esa visión simplista y reduccionista es, además de absurdo, algo miope. La función de una Constitución no es sólo contener esos postulados porque si. El trasfondo es mucho más profundo. La razón por la que es primordial que todos esos postulados o líneas de acción queden plasmados en la Constitución es que los vuelve derechos. Por tanto, al reconocerse como tales, se convierten en una herramienta de los ciudadanos que pueden respaldar sus demandas en esos derechos. 

Es mil veces preferible que un derecho este plasmado en la Constitución a que no lo esté. ¿Por qué? Porque el que no esté, de alguna forma implica que no 'exista' lo cual vuelve más arduo el poder invocarlo y buscar su cumplimiento. Muchos juristas critican, por ejemplo, que nuestra Constitución federal haya sido engordada con tanta normatividad en algunos casos bastante específica (y por tanto impropia, según la técnica jurídica, de una Constitución), sin embargo, más allá de que las coyunturas legislativas explican estas situaciones, también es cierto que el incluir esos derechos o incluso regulaciones ha sido necesario para poder dar cumplimiento a los mismos (lo cual sin duda es síntoma de un sistema jurídico con problemas en cuanto al Estado Derecho, pero ese es tema de otra discusión). 

Por eso es tan importante y crucial que participemos en la elección de quienes aprobaran la Constitución (e incluso sería mucho más valioso, que de alguna forma expresáramos ideas u opiniones respecto a los contenidos de la Constitución); porque el poder que estamos delegando en estos constituyentes no es cualquiera, esta Asamblea Constituyente no sólo reorganizará la vida política de la Ciudad para los años por venir, establecerá en ese documento, los derechos más importantes que se han ganado y reconocido en los últimos años y trazará las líneas de acción respecto a lo que queremos ser (o no) como Ciudad. 

Si, hay mucho que se podrá criticar del proceso. Desde que la totalidad de los Constituyentes no serán elegidos por medio de las urnas (lo cual fue un costo de las negociaciones de la reforma constitucional, que me parece válido pagar con tal de que la reforma fuera aprobada) hasta que las campañas fueron una completa decepción y flojera por parte de todos los partidos políticos y candidatos independientes, pasando porque la Constitución probablemente no implique una renovación radical en la calidad de vida de los ciudadanos, las Constituciones locales no cumplan realmente las características de una Constitución real debido a nuestro federalismo o esto sea otro plan de la clase política para gastar tiempo y dinero en algo innecesario. La mayoría de estas críticas, pese a todo, tienen un mayor o menor grado de verdad. 

Siempre he creído que un sistema más que una 'revolución política' que lo rompa, requiere de transformaciones y cambios desde su interior. Requiere ser transformado así sea con aparentemente pequeños o inocuos cambios que sin embargo trasciendan su peso. En este caso me parece que los cambios pueden ser mucho más que pequeños. 

Insisto, conozcan las listas de candidatos. Ningún partido presentó una lista perfecta (todos tienen cascajo político) pero tampoco ningún partido presentó una lista sólo de impresentables. Todos los partidos políticos presentaron listas donde mayor o menormente existen potenciales buenos Constituyentes. O ya si son muy alternativos, seguramente entre los 21 candidatos independientes habrá alguno acorde con tus ideas o críticas. Existen 561 candidatos, de los cuales 60 serán elegidos. Hay incluso un amplio espectro ideológico, académico y/o profesional entre los candidatos. Puedo apostar que al menos uno, entre todos esos te puede representar bien en el Constituyente. Si son más, mucho mejor. 

La elección del Constituyente trasciende la importancia que los actores políticos, la academia y los medios de comunicación le han dado. Es un proceso político importantísimo que requiere la mayor participación posible. Es más importante que elegir un Presidente, Congreso o Jefe de Gobierno. No estamos eligiendo poderes constituidos previamente, estamos eligiendo a los que determinarán las reglas del juego con que jugaran y actuaran esos poderes constituidos. Por eso es tan importante. 

Voten. Siempre, voten. 

Y en la próxima madeja: Review de Buenos Vecinos 2.

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