Madeja #208
Por Christopher Vergara
Tras el apabullante éxito de Alicia en el País de las Maravillas de 2010, Disney (entonces el estudio a la cabeza de Dick Cook), decidió impulsar una nueva versión de El Mago de Oz, encargándole la producción a Joe Roth, el mismo de Alicia y con miras a un filme de similar factura y taquilla.
Roth comenzó un equipo que termino en Sam Raimi en la dirección, David Lindsay-Abaire y Mitchell Kapner en el guión, Danny Elfman en la música, y un elenco multiestelar liderado por James Franco como El Mago de Oz, y Mila Kunis, Rachel Weisz y Michelle Williams como tres de las Brujas de Oz.
Y aunque todo apuntaba para ser un filme como Alicia, de un deslumbre visual pero con un guión flojo y sin mucho sentido, Oz, El Poderoso termina por ser un grandioso filme de una calidad visual deslumbrante y una historia llena de calidez, corazón y magia.
Oz, El Poderoso narra la historia de Oscar Diggs (Franco), un ilusionista de un circo de mala muerte, que huyendo de los típicos problemas que le aqueja ser un mujeriego y embaucador, se ve envuelto en un tornado que lo lleva a la Tierra de Oz, un lugar mágico donde conocerá a tres Brujas, Theodora (Kunis), Evanora (Weisz) y Glinda (Williams), quienes lo llevaran a cumplir una vieja profecia donde un mago llegará a Oz a salvarlo de la tiranía del mal (que parece ser en principio Glinda, aunque luego se descubre que no).
El principal problema que cargaba el filme era el relativo a ese mito único que es El Mago de Oz, filme de la MGM de 1939, uno de los clásicos inmortales del Hollywood clásico que esta perfectamente impregnado en la mente de la gente, pese a que el tiempo hace que se vean hoy sus costuras.
Con todo, Sam Raimi libra muy bien el problema. Logra crear un universo mágico, único, colorido y lleno de misterios y enigmas, que sin violar los derechos de propiedad intelectual que Warner posee y defiende ferreamente, logran identificar lo suficiente con aquella historia, sin que esto se sienta como una simple y mediocre copia de aquella.
Tenemos muchos elementos de aquel clásico, el inicio en sepia (y ahora, en fullscreen que se convierte en widescreen), el tornado, aquella mística por la cual las personas de Kansas se parecen a las de Oz, los artilugios como forma de poder, entre otras.
El despliegue técnico visual es fascinante, Oz es un mundo colorido, propio, a diferencia del Wonderland de Burton que era más bien oscuro, Oz esta lleno de colores, matices, flores, verdes, naranjas, lugares diferentes, hasta el mismo bosque oscuro esta lleno de vida, Ciudad Esmeralda quizá es muy verde, pero muy bonito.
Por eso es que la cinta debe disfrutarse en tercera dimensión, a diferencia de otras, Oz en 3D realmente gana muchísimo, la profundidad que toma la mítica tierra es única e inigualable, recargando la belleza única de esta tierra.
Por eso es que la cinta debe disfrutarse en tercera dimensión, a diferencia de otras, Oz en 3D realmente gana muchísimo, la profundidad que toma la mítica tierra es única e inigualable, recargando la belleza única de esta tierra.
Las actuaciones están bastante bien, James Franco brilla fantástico como Oz, encarnando perfecto al típico perdedor que se sabe un simple estafador y que no ve lo mejor de si. Williams realiza una preciosa Glinda, como la Bruja única que destila magia y belleza. Mila Kunis es una perfecta Theodora que por un corazón roto renuncia a su bondad para convertirse en maldad, mientras Rachel Weisz es quiza la menos brillante aunque cumple su rol.
También hay que felicitar el trabajo de Zach Braff como el Mono Volador Finley que se convierte en el mejor amigo de Oz, y de Joey King que es una preciosa niña de porcelana que cumple un bonito papel en la cinta.
Pero más allá, lo realmente hermoso de Oz, El Poderoso es lo que esta detrás de una muy sólida historia. Oz habla acerca de dos cosas, la primera de como nosotros mismos nos devaluamos y la segunda de como muchas veces no se requiere la verdadera magia para tener magia.
Es decir, Oz es un tipo que por los caminos que lo ha llevado la vida, se considera un embaucador, un farsante y un mentiroso embustero (amén de un egomaníaco con delirios de grandeza, que si lo es), el que no tenga un buen concepto de si, hace que huya de las cosas buenas que tiene en su vida, reniegue de los pocos amigos que tenga y se sienta un ser despreciable que a duras penas merece cariño.
Lo que aprende en Oz es que si, probablemente sea varias de esas cosas, pero más allá es un tipo muy ingenioso, inteligente y creativo, que con los impulsos correctos, logra cosas increíbles, y que permite que las ilusiones que realice se vuelvan una realidad para la gente que lo empieza a admirar.
Lo cual también lleva a una lectura ética interesante, y es que la misma Glinda consiente que Oz engañe a los ciudadanos de esta tierra haciéndoles creer que es un mago cuando en realidad es sólo un ilusionista que es inteligente y logra crear una fantasía que salve a Oz.
Y es ahí donde viene el segundo punto, ya que Glinda termina consintiendo una mentira por un bien mayor con base en una verdad, que aunque Oz no es un mago como tal, si es un lider capaz de vencer (o al menos ahuyentar) a Theodora y Evanora con base en una verdad: que no es necesaria la magia en el sentido propio, sino que muchas veces uno tiene que trabajar con lo que tiene, y con ello puede alcanzar los objetivos.
Esto es un mensaje muy poderoso, pues muchas veces nosotros buscamos en la vida real, hallar ese momento único y mágico que esperamos, sin darnos cuenta que probablemente bajando nuestras expectativas podremos encontrar muchas cosas que nos brinden la misma sensación y en último momento la magia.
Esa ha sido siempre la magia verdadera de Oz, y de la mítica obra de L. Frank Baum: la magia esta en tu vida, aunque no la alcances a ver.
O en palabras del clásico de 1939: no es necesario ir sobre el arcoíris, para que los sueños que sueñas se hagan realidad.
Felicidades Disney. Haz traído Oz de vuelta. Queremos volver.
Y en la próxima madeja: Review de Una Vacante Imprevista de J.K. Rowling, su primera novela para adultos.
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