lunes, 26 de agosto de 2013

La reforma energética

La Madeja del Gato (electrico-energética)
Madeja #230
Por Christopher Vergara

Al final de tanta espera, la reforma energética terminó en una batalla propagandística por saber quien se convierte en el mejor heredero del General Lázaro Cárdenas, figura emblemática en el tema petrolero al ser el factotum bajo el cual se da el nacimiento de Petróleos Mexicanos y más aun, el que probablemente sea el último héroe nacional de la historia mexicana. 

Es así que llegamos a las tres iniciativas en reforma energética, cada una respondiendo a la ideología del partido que la postula, así tenemos la iniciativa de Acción Nacional que busca una apertura total en el sector mediante la figura de concesiones en todo el proceso productivo del petróleo y la industria eléctrica, la propuesta del Partido de la Revolución Democrática que es una reforma sólo a leyes secundarias que dote de mayor operatividad y libertad de gestión a Pemex y la propuesta presidencial y del Revolucionario Institucional que incorpora la figura de los contratos de utilidad, que es una propuesta media entre la apertura total propuesta por el PAN y el sistema actual.

Lo verdaderamente lamentable de todo el circo político que se ha montado es el mal uso que se la dado a la figura del General Lázaro Cárdenas. Como dije, el Tata Cárdenas no es sólo la figura icónica en el tema petrolero, es además el último referente histórico de peso que tiene este país. Buscar su legado era practicamente un hecho, pero jamás esperamos que fuera un uso tan descarado. 

Buscando un sustento ideológico del cual carecen y mostrando claramente el pragmatismo carente de contenido que nutre al priismo de hoy, Enrique Peña Nieto se convirtió de la noche a la mañana en el más férreo defensor del cardenismo así como en una especie de medium político bajo el cual ahora sabemos que aquello que se estableció en 1938 es lo que siempre nos había convenido al final. 

Lo cual, más allá de que desilusionó a todos, pues la propuesta presidencial fue considerada descafeinada para los radicales inversores que se frotaban los cuchillos, y fue carne de cañón para aquellos que no quieren que se mueva un cable de Pemex, muestra la poca capacidad inventiva y de pensamiento del grupo de asesores que apoyan al Presidente Peña Nieto. 

¿Somos tan atrasados y tan carentes de innovación que tenemos que ir a rescatar una redacción hecha hace 70 años por hombres que nacieron cuando menos hace cien?, ¿necesitamos volver siempre al pasado para resolver las cuestiones que nos importan en nuestro futuro? Tampoco extraña, cultural y socialmente somos un país que busca siempre regresar al pasado y revivir viejas glorias en espera de que se repitan (aunque rara vez lo hagan).

Pero más allá de todo este debate que sólo conducirá a conclusiones sobre la pobredumbre ideológica del partido gobernante, vale la pena también llevar el debate hacia aquello que al final resultará evidente de aprobarse la reforma del Presidente (y que sería mucho más claro de aprobarse la del PAN) que es el completo abandono en que quieren hundir a Pemex. 

No sólo porqué son partidos timoratos que no se tomaron la molestia de presentar proyectos de reforma a las leyes secundarias, sino porqué ambos proyectos buscan deliberadamente insertar a Pemex en un sistema del cual el único resultado previsible es el fracaso.

Ni la propuesta del PRI, ni mucho menos la del PAN, busca (más allá de vagas referencias que no sirven para nada) rescatar y sanear a Pemex, al contrario, buscan insertarlo en un esquema de competencia libre con otras compañías petroleras, donde partes sustantivas del negocio como la refinación, la transportación y la extracción quedarían en posibilidad de nuevos competidores ante los cuales simplemente Pemex no podría competir en ningún sentido. 

Igual no es mi idea hablar aquí de manera catastrófica, y tampoco es que de plano rechace la participación privada, pero lanzar a Pemex a la buena del viento a competir contra otros titanes petroleros es poco menos que condenad a la pobre petrolera a convertirse en un mero membrete en el sistema económico mexicano. 

La iniciativa del PRD tiene el defecto de que es muy tímida en muchos aspectos, sin duda el punto central de la misma (la autonomía presupuesta y de gestión del organismo así como el cambio en régimen fiscal que le aplica Hacienda y la reorganización administrativa), pero fuera de ahí, la iniciativa no busca tampoco innovar en la materia, no busca cambios sustantivos fuera del organismo descentralizado ni encuentra nuevas maneras no sólo de operar sino de justificar y sostener el monopolio estatal fuera de el clásico discurso nacionalista. 

La iniciativa de Pemex requiere una definición clara de política de Estado respecto si aceptar o no la inversión privada (y no la ambiguedad jurídica que plantea Peña Nieto), habría que analizar los pros y los contras (yo personalmente considero que hay sectores donde la competencia sería benéfica para la industria y los consumidores), pero más allá de esta definición, se requiere poner en forma a Pemex. 

No atacando al sindicato como gustan los medios de hacer, en ese cínico discurso antisindicalista que tanto gustan de explotar, sino combatiendo la corrupción que impera en la paraestatal, transformando su manera de trabajar pero más importante, buscando maneras novedosas de trabajo y operatividad. Una vez que Pemex logré volver a ser una empresa fuerte y solida, podemos hablar de competencia e inversión privada, antes no.

Si algo caracterizo al cardenismo es que supo combinar la mejor herencia ideológica de la Revolución Mexicana sumando a elementos conceptuales y prácticos innovadores y revolucionarios para la época, por ello Lázaro Cárdenas es el último gran estadista de México. La mejor manera de honrar su memoria, es innovando y transformando, no rescatando de ultratumba palabras que fueron desechadas hace cincuenta años. 

No sólo el General se lo merece. Nosotros y Pemex también. 

Y en la próxima madeja: El regreso de Michelle Bachelet.

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