Madeja #204
Por Christopher Vergara
Finalmente la semana pasada venció el plazo determinado por el Instituto Federal Electoral para que los interesados enunciaran su intención al Instituto de convertirse en partidos políticos y por lo tanto se les iniciará el trámite que marca el Código Electoral.
Totalizaron 50 solicitudes de inscripción ante el Instituto, lo cual en principio suena un número bastante abultado, aunque la verdad es que es poco probable que más allá de 5 o 6 logren completar el complejo trámite (que incluye celebrar al menos 20 asambleas estatales o 200 distritales que sumen poco más de 230,000 mil afiliados).
Sin duda los casos más sonados en los registros de solicitud son los del Movimiento de Regeneración Nacional liderado por el ex-candidato presidencial de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador así como el Partido de la Concertación Mexicana, grupusculo de variopintos orígenes liderado por el ex-lider de Acción Nacional, Manuel Espino así como el ex-jefe delegacional de Iztapalapa y antiguo miembro de Nueva Izquierda en el PRD, René Arce (así como algunas remoras del extinto Alternativa Socialdemocrata y degeneraciones).
Pero las solicitudes no terminan ahí en lo relativo a las carreras de polítiquillos de medio pelo acabados, están desde quienes intentan revivir viejos sueños muertos como el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, el Partido Demócrata Mexicano (si, el del gallito) o hasta el Partido Socialdemocrata, hasta viejos priistas y panistas de viejo cuño que intentan lavar su cara con nuevos y rimbombantes nombres de partidos.
Y ahí esta el lado negativo de estas solicitudes de partidos. Que ninguna es realmente una opción política fresca (si se le rasca con mucha paciencia se podrá encontrar que casi todas las solicitudes tienen algún nexo partidista y hasta oscuro, que no ha sido aclarado), y ese es el principal problema.
No tanto porque este en contra de que muchos políticos intente reiniciar o reinventar su carrera política (lo cual es totalmente valido), ni porque crea que no es necesario más partidos (al contrario, soy un fiel creyente de que necesitamos muchos más partidos), o de que son un gasto innecesario (para gastos superfluos hay muchos ejemplos, y aunque no sea muy popular con la gente, la democracia, cuesta, así de simple).
El quid principal es que salvo algunos casos aislados (que habrá que revisar con mayor detenimiento), sigue sin haber interés de la sociedad civil, de los ciudadanos en formar parte de un partido político.
Ahí es donde hallamos el gran fracaso del sistema político mexicano, que ha sido la incapacidad de construir puentes reales entre los ciudadanos y los partidos políticos con el fin de que los primeros vean a los segundos como lo que son: herramientas para no sólo alcanzar el poder (y un trabajo) sino mecanismos de influencia en la toma de decisiones colectivas.
Al contrario, los medios de comunicación (aunados a la falta de educación cívica y desconfianza natural en el mexicano) han logrado construir un muy exitoso discurso anti-partidos que ha logrado permear a casi toda la población. Así se ha logrado construir una percepción de que los partidos políticos son poco menos que los villanos favoritos del cuento y por tanto deben existir los menos (llegando a extremos ridículos como quienes añoran un bipartidismo o peor un monopartidismo antidemocráta).
Esto ha provocado que los ciudadanos se interesen cada vez menos en formar parte de un partido político, que se genere una barrera entre la clase política y los ciudadanos y que se pierda la visión de los partidos como mecanismos de participación ciudadana y se les vea más como maquinarias de intereses mezquinos y particulares.
Lo cual a su vez genera el efecto de que buena parte de lo dicho arriba se vuelva realidad, pues los partidos se convierten en lamentables clubes de Toby políticos, donde se conforman elites que terminan dominando y burocratizando a los partidos, hasta convertirlos en meros comparsas de intereses relativos a puestos de elección popular.
¿Ven porque se genera un circulo vicioso? A ciudadanos menos participativos y entusiastas de la política, partidos políticos cada vez más copados de elites, y en consecuencia se fortalece en uno el discurso anti-partidos y en otros la mezquinidad del poder por el poder.
Por eso es que deben existir más partidos políticos. Parte del desencanto actual proviene de la existencia de opciones que representen a ciertos sectores de la sociedad, por ello sería encomiable que muchas organizaciones más (incluso aquellas que desde el discurso de la independencia lucran y hacen política) entraran a la arena partidista y se ensuciaran las manos. Si la cuestión es hacer política, no se puede hacer sin ensuciarse las manos en el lodo que es la competencia electoral.
Si no lo más cómodo es seguirse quejando de aquellos 'infames que sólo se embolsan millones de pesos' mientras la sociedad civil se vuelve cada vez más apolítica y se conforma con entrar en el clásico proceso de auto-compasión que tanto gusta al mexicano.
La democracia cuesta y es cara. Tenemos muchas razones para estar orgullosos de nuestras instituciones electorales. Es momento de que todo lo invertido se refleje en más y mejores partidos políticos que complementen a los actuales. El discurso anti-partidos sólo beneficia a los grupos de interés económicos que gustan de controlar y presionar a las clases políticas, no a los ciudadanos en general.
Por ello es que bienvenidos los 50 solicitudes de formación de partidos políticos, ojala fueran más, ojala cada vez más ciudadanos se interesen en la política y busquen formar su partido político o incluso entrar a la más emocionante aventura de formar parte de los partidos políticos ya existentes y luchar para ganar espacios de debate y discusión en los mismos que rompan con su proceso de burocratización.
Hasta en tanto no veamos a los partidos políticos como herramientas al servicio del ciudadano, la crisis de confianza en la política en México sólo continuará su proceso de deleznable degradación que sólo nos conduce hacia el pasado.
Y en la próxima madeja: ¿Hacía donde debe ir la reforma política del DF?.
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