lunes, 18 de noviembre de 2013

Chile, el regreso de Bachelet.

La Madeja del Gato (electoral)
Madeja #241
Por Christopher Vergara

Chile acudió ayer a las urnas para elegir a quien sustituirá a Sebastíán Piñera al frente del Ejecutivo chileno para el periodo constitucional que va del 11 de marzo de 2014 al 10 de marzo de 2018. Además se renovó la totalidad de la Cámara de Diputados de 120 miembros y 20 de los 38 miembros que integran el Senado chileno. 

Las elecciones de 2013 se veían muy complicadas para la llamada Alianza integrada por la Unión Democrática Independiente (la UNI) y el partido Renovación Nacional, ambos partidos de derecha y centro derecha en Chile. El gobierno se Sebastian Piñera resultó un fracaso comunicacional, donde los logros económicos del modelo neoliberal chileno se vieron severamente opacados por varias crisis heredadas desde el fin del régimen que le estallaron a Pinochet, siendo el movimiento estudiantil el más claro y estruendoso pero con otras conflictos sociales como la mala distribución de la riqueza latentes y haciendo mella. 

Con este complejo panorama político es que Michelle Bachelet, mostrando mucha mayor sagacidad política al comprender esta lectura, regresó a Chile tras su paso en ONU Mujeres decidida a convertirse en la candidata de la Concertación de Partidos por la Democracia, que la llevaron al poder en 2006 y quienes gobernaron Chile entre 1990 y 2010, tras el fin de la dictadura de Pinochet. 

Ganar la candidatura no fue difícil. Tras la perdida del poder la Concertación quedó seriamente desdibujada y atrapada en el síndrome clásico del partido fuera en el poder, aunque sin llegar al grado de descomposición. Bachelet inició una paulatina integración de las fuerzas de la Concertación (integrada por cuatro partidos, el Socialista, el Demócrata Cristiano, el Por la Democracia y el Radical Socialdemócrata) agrupándolas en torno a su figura pero siendo más audaz al lograr integrar tres partidos más, todos de la izquierda menos moderada. 

Así es como Bachelet integró la Nueva Mayoría, coalición formada por las cuatro fuerzas de la Concertación a la que se sumaron el Partido Comunista de Chile, la Izquierda Ciudadana, el Movimiento Amplio Social. 

Bachelet fue mucho más audaz que hace ocho años cuando compitió por primera vez. En aquella ocasión terminó siendo candidata pese a los deseos de Ricardo Lagos, más aun, pese a sus orígenes socialistas fue una candidata ciertamente moderada. Su gestión fue ciertamente acertada pero fue presa de los demonios internos de la Concertación, de un ejercicio de veinte años en el poder y un diseño político rebasado. Por eso Bachelet no pudo evitar el regreso de la derecha por vía de Piñera, aun con Eduardo Frei como candidato presidencial. Bachelet fue presa de una falta de audacia en el ejercicio de su liderazgo.

Hoy eso ya no sucedió, tras un exitoso gobierno y una proyección internacional Bachelet no esta en la misma situación donde sólo era la persona en turno elegida por los partidos, hoy Bachelet fue la candidata que se impuso a los partidos. Quizá haya un fenómeno de personalización de la política (lo cual siempre tiene sus pros y contras) pero es que también era imposible que no sucediera: sumado a su buena gestión en el gobierno, Bachelet tiene una imagen impecable, que conecta con todos los sectores del electorado y representa tanto el regreso de tiempos más tranquilos y solidos como la promesa de cambios necesarios y radicales. 

Bachelet no se anduvo con medias tintas como en 2005, ni sólo se conformo con una campaña mediática basada en su buena imagen, apostó (impulsada sin duda por una agenda izquierdista mucho más vocal) por reformas radicales y de fondo, en específico basado en tres ejes centrales: una reforma educativa que haga gratuita la educación (en un país donde Pinochet privatizó la educación creando un sistema excesivamente caro para la mayoría de la gente), una reforma fiscal que impulse mayores impuestos a los más ricos y la promulgación de una nueva Constitución. En pocas palabras, eliminar los fantasmas más negativos con que aun carga Chile tras la dictadura pinochetista. 

Con todo esto en mente, ¿que podía ofrecer la derecha chilena?. El primer candidato de la UDI, Laurence Golborne cometió una serie de fiascos estratégicos que no le permitieron ni siquiera llegar a las primarias, en las cuales triunfó Pablo Longueira, un militante histórico de la derecha chilena, quien al poco tiempo renunció a consecuencia de que fue diagnosticado con depresión. Tras ello y con el franco riesgo de la separación, Piñera impulso a Evelyn Matthei, ex ministra de Trabajo de Piñera y ex diputada y senadora, amiga de la infancia de Bachelet e hija de uno de los militares que gobernaron tras la caida de Salvador Allende. 

Como es obvio, la campaña se polarizó entre Bachelet y Matthei, pese a que competían siete candidatos más, entre ellos Marco Enriquez-Ominami quien fue por un segundo y muy poco lucidor intento apoyado por el Partido Progresista y el Partido Liberal y Franco Parisi Fernández, candidato independiente de corte radical.La campaña terminó siendo entre un discurso de cambio radical de las estructuras contra un discurso de mantenimiento de políticas de gobierno. Mostrar pues, las severas diferencias que vive Chile, las heridas que aun no han cerrado desde hace 24 años. 

Las encuestas perfilaban un claro primer lugar para Bachelet aunque con la duda sobre si lograría vencer en primera vuelta al necesitar la mitad más uno de los votos emitidos. Al final del día, Bachelet triunfó aunque sin poder evitar la segunda vuelta al ganar con 46.67% de los votos contra 25.01% obtenido por Matthei y Parisi y Ominami con 10% cada uno. 

En las parlamentarias, la Nueva Mayoría tendrá control del Congreso al obtener 68 de los 120 escaños contra 48 que tendrá la Alianza. 1 escaño de la coalición de Enriquez-Ominami y 3 candidatos independientes. Así, la Nueva Mayoría pasará de 57 hasta 68 escaños. Mientras que la Alianza perderá 10 escaños. Para el Senado, la Nueva Mayoría obtiene 12 de los 20 escaños en disputa, la Alianza se queda con 7 y un candidato independiente gana el restante. Así el Senado chileno tendrá 21 senadores de la Nueva Mayoría contra 16 de la Alianza. Es decir, ahí también tendrá mayoría. 

Respecto de la segunda vuelta. en particular es un mecanismo de designación que me parece ciertamente inútil. En búsqueda de legitimación política, la segunda vuelta busca crear una mayoría (artificial) al dejar a sólo dos de los contendientes en la boleta. A mi vista genera más cosas negativas que positivas: la gente acude menos a la segunda vuelta, no hay garantía de que no exista una elección cerrada, un triunfo así tampoco brinda legitimidad per se, no transforma la situación en el Parlamento, representa un gasto de dinero, en fin, no brinda más beneficios de los que da. 

Particularmente, ¿alguién hubiera rebatido el triunfo o la legitimidad de Bachelet de haber triunfado con 46.6% que si lo hubiera hecho con 50.07% de los votos?. No, la legitimidad es un concepto mucho más complejo que brindan por un lado la confianza en las instituciones electorales y la certeza que brinde en los resultados así como la aceptación de los mismos por parte de los actores políticos. A diferencia de México, Chile cuenta con ambos de manera fuerte y decidida. Una segunda vuelta, más una con una diferencia de 25 puntos era completamente innecesaria. 

Bachelet va a triunfar en la segunda vuelta, se llevara cuando menos 60% de los votos. Sólo un evento verdaderamente catastrófico alteraría esos resultados. Lo más probable es que Enríquez-Ominami se sume a su candidatura y tal vez dos o tres candidatos más. Incluso aunque esos candidatos no lo hicieron la gente que votó por esos candidatos o votará por Bachelet o simplemente no irá a votar. Así funcionan las segundas vueltas de resultado predecible, la mayoría se va a consolidar y formar, dificilmente habrá sorpresas. 

Bachelet será la Presidenta de Chile para el próximo cuatrienio. Sin duda el reto y las expectativas son altísimas, pero Bachelet tiene el temple, las herramientas, y las ideas para alcanzarlo. Chile necesita por fin eliminar los viejos residuos de la nefasta dictadura que sufrió.

Al tiempo.

Y en la próxima madeja: El desastre que se viene para Venezuela.

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