Madeja #214
Por Christopher Vergara
Para los catorce procesos electorales que se celebraran este año, el PRD enfrenta sin duda una compleja situación. Y es que al menos en 8 de las entidades federativas donde se realizan elecciones hablamos de estados de histórica baja votación para el partido, mientras en los restantes seis la situación se complica por factores actuales que presentan un panorama, si bien no desolador, si mucho menos esperanzador que el año pasado, dónde el PRD obtuvo uno de sus mejores años electorales.
Aunque la comparación debe ser hecha respecto a 2010, comparación bajo la cual la situación pudiera parecer mucho mejor, la serie de guerras intestinas que mantienen las dirigencias nacionales del PRD y el PAN en contra de grupos locales que se encuentran inconformes contra la política de alianzas, sumado a las fracturas internas que cada uno presentan, hacen pensar en una situación de pronóstico reservado.
De los 14 procesos electorales, el que llama más la atención al ser la única gubernatura en renovarse es Baja California. Ahí el PAN y el PRD (en conjunto con Nueva Alianza y el Partido Estatal Por Baja California (PEBC) conformaron la coalición Unidos por Baja California, coalición total para la gubernatura, los cinco ayuntamientos y los 17 diputados electos por mayoría relativa.
A diferencia de otras alianzas como las conformadas en 2010, la alianza de Baja California no presenta el aliciente de derrotar más de setenta años de gobierno del Revolucionario Institucional, al contrario, esta elección se da 24 años después, es decir, tras cuatro administraciones panistas que han tenido a su cargo el gobierno de aquella entidad, la primera que vivió un proceso de alternancia política.
Por tanto esta alianza resultó la más controversial de todas, pues el argumento de que había que derrotar al PRI caciquil y vetusto ya no aplicaba, sin embargo, considero que aunque si bien este argumento no aplica, uno similar si, y ese es frenar el avance del PRI que ve en esta elección, la oportunidad para marcar la tónica electoral de los próximos seis años, donde planea de una manera u otra, tomar y ganar tantas elecciones como le sea posible.
Si, a ese grado hemos caido, donde una alianza local, impacta y define el ámbito nacional. Sin embargo eso no es necesariamente malo. Más allá de que yo siempre he manifestado una postura favorable a las alianzas, considero que dado el panorama político, tanto nacional como estatal, la alianza tiene sentido y es más que favorable.
Pese a todo lo que se pueda decir, el gobierno de José Guadalupe Osuna Millán no ha sido nefasto, tal vez sólo inepto, sin embargo, dentro del marco de locura y violencia que dejó sumido el calderonismo a México, la cuenta entregada a Baja California, en especial a la siempre conflictiva Tijuana, si bien no es alegre, por lo menos ha sido un tanto menos desastrosa. En general, el gobierno no impacta de manera negativa en el candidato.
Tampoco es que las opciones de enfrente sean mejores, Fernando Castro Trenti, candidato del Revolucionario Institucional, el Verde, del Partido del Trabajo y el Partido Encuentro Social, no tiene en realidad mucha experiencia de gobierno, y más allá del discurso de cambio, en realidad no hay mucha tela de donde cortar.
El candidato a gobernador que abandera la alianza PAN-PRD, sin duda no es el mejor, sólo fue el posible. Francisco Vega de la Madrid, popularmente apodado Kiko, fue Presidente Municipal de Tijuana entre 1998 y 2001, y diputado federal en la pasada Legislatura, además de una larga carrera dentro de Acción Nacional como en la administración pública bajacaliforniana. Kiko ganó la candidatura en medio de un proceso de descomposición interno, que en realidad no ofreció muchas más alternativas.
Sin embargo el mal candidato no debería desilusionar del todo. Sin duda es un panista de cepa, uno de mediano pelo, pero para eso existen las campañas electorales, para levantar barcos que parecían hundirse y para crear personajes de la noche a la mañana. Sin duda la tarea es difícil, pero factible si lo es.
El convenio de coalición que firmaron los partidos, sorprendió bastante, por que la cesión de candidaturas que hubo fue bastante encomiable en comparación con la que hizo el PAN en Puebla o Sinaloa, donde practicamente conservaron la mayoría de las candidaturas. Eso habla en buena parte de lo muy interesados que se hallaban por concretar la alianza.
A nivel de municipios, el PAN postulara candidatos en Mexicali, Tijuana y Tecate, cediendo al PRD la candidatura de Ensenada y a Nueva Alianza la de Rosarito. Aunque en realidad no era un nada que perder (el PRI gobierna las cinco alcaldías), y conservó las más grandes, es raro que se cedan municipios a partidos pequeños como en este caso, en especial destaca Ensenada que destaca por ser el más grande en territorio de la entidad.
Por su lado, en las diputaciones locales, 8 formulas serán encabezadas por el PAN (las de los distritos II, III, IV, IX, X, XI, XIV y XV), el PRD lo hará en 4 (el VI, VII, VIII y XII), Nueva Alianza en 3 (el V, XIII y XVI) y el PEBC lo hace en dos (el I y el XVII).
Es cuando uno empieza a ver estos datos que realmente todo empieza a cobrar sentido, y empieza a notar que la alianza tiene sentido práctico. Más allá de que realmente es un gran mecanismo para parar a un PRI que se siente ensorbecido y poderoso tras su victoria en 2012, que necesita de una derrota emblemática que asegure le muestre la pluralidad y complejidad política de la nación, es una gran segunda oportunidad.
Las segundas oportunidades se deben dar cuando algo ha fallado. Reinventarse siempre es bueno. Tener la capacidad de que hemos fallado, o no hemos cumplido como se debe es una muestra de humildad muy grande. Una alianza de este tipo, donde el partido gobernante se una a otros de menos tamaño (a nivel local), les ceda posiciones y formen un nuevo programa de gobierno es alentador.
La política debe forzosamente renovarse en todos los ámbitos en que esta se expresa, si lo hace a través de coaliciones gobernantes que sirvan como contrapeso en el escenario nacional, es siempre encomiable. Es por eso que la coalición Unidos por Baja California, es, más allá de las historias que los partidos hayan tenido en su pasado, un claro ejemplo de las segundas oportunidades deben ser consideradas.
Más adelante, conforme se confirmen o no las distintas alianzas, haremos un balance de las restantes, tanto en aquellas entidades donde hay referéndum al gobierno (Oaxaca, Sinaloa y Puebla), como en aquellos casos donde la idea es construir la alternancia rumbo a 2016 (como en Zacatecas, Quintana Roo o Aguascalientes).
Suerte a la alianza, que los electores de Baja California hagan su mejor elección.
Y en la próxima madeja: La inconstitucionalidad de la Ley DOMA en Estados Unidos.
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