Madeja #182
Por Christopher Vergara
Esta columna bien pudo aparecer desde finales de mayo (ergo, hace 3 meses) pero los lentos sistemas de distribución de la televisión por cable hacen que hasta apenas el jueves pasado se haya transmitido en América Latina el final de temporada de esta serie. Mala nota para los amigos de Fox Latinoamérica que deben mejorar sus tiempos de transmisión respecto a su emisión en EU.
La temporada 3 de Glee despertaba muchas suspicacias ante lo que fue una irregular segunda temporada que aunque con muchas luces nunca pudo alcanzas la consistencia y grandiosidad de aquella mítica primera temporada 2009. Los momios para la serie no eran exactamente positivos, todos apostaban que esta sería la temporada final.
Pero Ryan Murphy, que mostró sus limitaciones como escritor y director la temporada pasada (44 episodios con sólo tres personas secan las ideas) mostró que es un brillante productor y supo como arreglar esta serie y regresarla al carril del bien del que no pudo salir. La tercera temporada de Glee es MUY buena.
Los cambios que realizó Murphy fueron muy sencillos pero eficaces, el más notorio fue la creación de un staff de alrededor de 8 escritores que sin duda le dieron una bocanada de aire fresco a la serie que sin perder su esencia tuvo nuevas palabras que decir.
Otro cambio fue estructurar líneas argumentales que se fueron desarrollando a lo largo de 22 episodios, es decir, tener historias que contar sin que se sintiera como la segunda temporada que consistió en episodios argumentales de caracter iiregular.
Y la tercera fue empezar a madurar estos personajes, y eso fue lo más grandioso de todos. Primero porque significó darles estabilidad emocional a los mismos (nada de todos contra todos, al contrario), estableciendo parejas estables lo que permite abordar ciertos temas así crear un sentido de mayor unidad y lazos afectivos entre ellos.
Desde el primer episodio se notó que esta temporada había un punto de partido y un punto final. Las Nacionales y la Graduación fueron momentos clave que se tenían que aprovechar y realizar grandes cosas con ello, y vaya que lo supieron hacer. No hay un sólo episodio que se sienta desperdiciado.
Kurt (Chris Colfer) y Blaine (Darren Criss) son mis personajes favoritos y sin duda tuvieron una hermosa temporada, desde la transferencia de Blaine a la Preparatoria McKinley hasta la relación tan bonita de pareja que establecen los personajes, incluyendo grandes momentos como la primera infidelidad (tan cursi como puede ser una infidelidad vía SMS), conocer más a la familia de Blaine vía su hermano, la postulación del padre de Kurt al Congreso así como la muy esperada y magnifíca primera relación sexual de los personajes.
Tampoco podemos ignorar ese maravilloso capítulo donde Karofsky (Max Adler) el ex-bully de la escuela de Kurt que salió del closet, intenta suicidarse debido al bulling del que es víctima en su nueva escuela y como Kurt recapacita y le ofrece su amistad y apoyo para empezar a realmente aceptarse y disfrutar su vida, aun pese a las dificultades que se le presenta.
Tampoco podemos ignorar ese maravilloso capítulo donde Karofsky (Max Adler) el ex-bully de la escuela de Kurt que salió del closet, intenta suicidarse debido al bulling del que es víctima en su nueva escuela y como Kurt recapacita y le ofrece su amistad y apoyo para empezar a realmente aceptarse y disfrutar su vida, aun pese a las dificultades que se le presenta.
La querida Rachel (Lea Michele) y Finn (Cory Monteith) también crecieron, además de su primera vez (a la par de la de Kurt), Rachel empieza a trabajar (y en cierto momento pelear a muerte) por su sueño de entrar a NYADA, mientras Finn logra unos momentos preciosos al descubrir más cosas de su pasado siempre ausente y en especial al enfrentar el futuro que se le presenta complejo dada su carencia en tener un sueño.
El largo romance de Will (Matthew Morrison) y Emma (Jayma Mays) por fin se integra en cosas muy especiales como su noviazgo transformado en la petición de mano, tras dos temporadas llenas de constantes obstaculos que incluye conocer a los molestos y absurdos padres de Emma y lidiar con todos los problemas relativos a su trastorno obsesivo compulsivo.
Quinn (Dianna Agron) pasa por lo que es su transformación final plasmando el traúmatico proceso de adolescencia que algunos adolescentes viven, toca su punto más bajo donde incluso conspira por recuperar a su hija Beth de manos de Shelby (la siempre brillante Idina Menzel) para finalmente topar con pared, valorar quien realmente es y darse cuenta que es muy afortunada, que ha perdido mucho tiempo y que debe luchar por disfrutar el poco tiempo que le resta como estudiante. Eso sin olvidar su lección cuando sufre una paralisis temporal de piernas.
Santana (Naya Rivera) y Brittany (Heather Morris) llevan a un nuevo lugar su relación al finalmente aceptarla como tal lo que incluye un bonito aunque menos amable proceso de aceptación y salida del closet de Santana, que inclute una magnifica escena donde su abuela la rechaza y corre. Mike (Harry Shum Jr.) y Tina (Jenna Ushkowitz) continuan creciendo su relación, incluyendo momentos precioso como el rechazo del padre de Mike a sus aspiraciones como bailarín y la toma de conciencia de Tina sobre su rol en New Directions actual como a futuro.
Puck (Mark Salling) nos brinda bellos momentos cuando se da cuenta que esta apunto de tirar su vida a la basura como consecuencia de no tener nada a futuro, de estar a dos pasos de convertirse en un perdedor más de Lima. En un tipo más del montón y de como lucha contra sus demonios internos para no convertirse en un remedo del su patético padre. Aqui cabe resaltar el hermoso papel de la Coach Beastie (Dot Marie Jones) quien vive con gran alegría su primer amor para después terminar inmersa en un destructivo matrimonio con una persona violenta de la cual reune el valor para seguir adelante.
Sue Sylvester (Jane Lynch) cumple su palabra de la temporada pasada al meterse en una loca carrera rumbo al Congreso donde toma por ultima vez su rol de villana contra las artes y el club Glee en una elección donde termina siendo derrotada por el discurso contrario. Finalmente Sue se convierte en una sabia y valiosa aliada y amiga de Will a la vez que decide tomar la relevante decisión de tener un hijo.
Los momenos menos brillantes de la temporada serían pocos, pero ahi estarían, cabe resaltar a Mercedes (Amber Riley) tiene un momento de celos ineptos y termina fundando un club adicional de Glee en McKinley, las Troubletones que salvo el regreso de Shelby no agregó nada relevante. Quiza lo más amable con este personaje haya sido el reinicio de su relación Sam (Chord Overstreet) que dejó la serie por algunos capítulos.
Las adiciones ganadores de The Glee Project resultaron no tan relevantes como hubieramos deseado, en especial Damian McGinty se siente muy desaprovechado en su papel de Rorie, como el irlandés estudiante de intercambio quien tiene un capítulo protagónico para perderse en el mosaico de personajes. Samuel Larse en su papel de Joe Hart no se siente tan maltratado pero tampoco es que haya realizado algo relevante. Triste que incluso Alex Jones, tercer lugar de la competencia haya obtenido más notiriedad como el cantante transvesti Wade/Unique. Esperemos Blaine, ganador de la segunda temporada tenga un mejor rol.
Y con todas estas historias, la música de Glee jamás dejó de fallar, todos tuvieron rendiciones monumentales que son dignas de recordar, desde los números relativos al musical West Side Story, hasta los montajes realizados en las Seccionales, Regionales y en especial las Nacionales fueron grandiosos. Resalto en especial grandes momentos como It's all Coming Back, Uptown Girl, Cough Syrup, Fighter, Summer Nights, Paradise by the Dashboard Light, Tonight, I Kissed a Girl, o los magnificos covers de los homenajes a Michael Jackson y Whitney Houston, entre muchas muchas más.
Al final, con ese mítico cover de We Are the Champions sin duda se siente como un cierre digno, se siente como que todo valió la pena durante las pasadas 66 horas, se siente como que al final con su triunfo en las Nacionales, todo el trabajo y esfuerzo, todo el rollercoaster emocional vivido valió la pena. Es un momento tan emblemático que todos aquellos que adoramos la serie nos sentimos inundados de alegría y pasión por un momento tan hermoso.
Se lo merecían chicos, son campeones.
Es por esta y muchas otras razones que esta tercera temporada de Glee fue muy buena, recuperando mucho de lo que se habia perdido en el pasado, incluyendo ese gran corazón que tiene la serie, que inspira a miles de personas a creer en ellas mismas y a luchar por quienes son, por lo que creen y por lo que aspiran ser o tener. Esa es la valía principal de Glee y siempre lo será, su poder de mover los sentimientos humanos más positivos y ayudar a sacarlos y vivir con ellos.
Glee es alegría, y sin duda, Glee es una inyección de energía y optimismo para cualquiera que quiera verla.
Nos vemos en septiembre con la cuarta temporada chicos, se les extraña.
Y en la próxima madeja: Baby Daddy, nueva comedia en ABC Family!.