“Estoy a favor del derecho de los animales, al igual
que del derecho de los humanos. Ese es el camino de un ser humano completo”.
Abraham
Lincoln
Por Héctor Villanueva Martínez
No cabe duda que hoy en día son diversos
los problemas que atosigan y duelen a la población mexicana, desde funcionarios públicos corruptos hasta olas de
violencia ligadas al narcotráfico; bajo ese contexto para muchos de los ciudadanos el tema de la
protección y el trato digno de los animales como seres sintientes no debería
siquiera figurar en la agenda de las asignaturas pendientes por parte de
nuestras autoridades (legislativas, ejecutivas y judiciales), sin embargo tal
percepción no podría estar más equivocada, en virtud que la efectiva tutela de
los derechos de estos seres forma parte de
los principios que definen nuestra calidad como personas, y por lo tanto como
sociedad.
A
pesar de que el tema ha sido relegado por mucho tiempo, recordemos que el
pasado 5 de febrero de 2017 fue promulgada la Constitución Política de la
Ciudad de México, la cual pese a su vacatio
legis hasta 2018, ya reconocía
en el artículo 13, apartado B, la
obligación jurídica y el deber ético que tiene toda persona de respetar la vida
e integridad de los animales.
Asimismo,
el 27 de junio de ese mismo año,
fue publicado en la Gaceta Oficial de la Ciudad de México el Decreto que
reforma y adiciona diversas disposiciones de la Ley de Protección a los
Animales del Distrito Federal, instrumento legal que tiene por objeto proteger
y garantizar el bienestar, buen trato,
manutención, alojamiento y desarrollo natural de los animales, así como evitar su maltrato, crueldad
y sufrimiento. Aspectos que sin duda contribuyen a que la capital se posicione como una de las más vanguardistas en la materia.
manutención, alojamiento y desarrollo natural de los animales, así como evitar su maltrato, crueldad
y sufrimiento. Aspectos que sin duda contribuyen a que la capital se posicione como una de las más vanguardistas en la materia.
En ese sentido, la importancia
de los avances que tuvo a bien experimentar el marco jurídico antes señalado, se
enfoca a tres elementos fundamentales que son:
·
Regular
de forma concreta el comercio de animales, señalando para ello derechos y
obligaciones de los vendedores y propietarios;
·
El
tratamiento de aquellos animales abandonados o en situación de abandono,
haciendo énfasis en la rehabilitación física y conductual, para proseguir con
su entrega en adopción; y
·
La
creación de un organismo desconcentrado para la Atención Animal.
Lo anterior
cobra relevancia ante un panorama donde como sociedad nos encontramos verdaderamente
irritados y resentidos; donde el maltrato y el abandono de otro ser vivo cada
día se vuelve un ejercicio recurrente que poco a poco se ve legitimado por la
indiferencia; un entorno donde resulta más cómodo estigmatizar y castigar a un
animal por su especie o raza que a su dueño por la negligencia en su cuidado y
responsabilidad de la domesticación; un medio donde el tonelaje de heces
fecales a la intemperie, ya representan un problema ambiental y de salud
pública.
Por otra
parte, la ovación y el reconocimiento no pueden llegar separada del reproche en
las deficiencias que no alcanzaron a considerarse en el contenido y alcance de
las reformas. Como ejemplo, tenemos el caso del bajo presupuesto que ha sido asignado
a la Agencia de Atención Animal en los últimos tres años, y es que de conformidad
con el Decreto de Presupuesto de Egresos de la Ciudad de México, en 2017 se
asignó tan solo un presupuesto de diez millones de pesos, en tanto que para
2018 (ya un poco más generoso pero aún insuficiente), se destinaron dieciséis
millones de pesos, solo para que finalmente en 2019 se volviera a reducir a
únicamente once millones, realidades que nos llevan a preguntarnos ¿en verdad
podemos erradicar abandono, regular el comercio formal e informal, y generar
políticas públicas palpables con presupuestos tan bajos?, no lo creo.
Otro
aspecto que tampoco fue completamente abordado con las reformas, es el relacionado con
el comercio electrónico que se efectúa en diversos sitios, principalmente redes
sociales, actividad que cualquier persona con acceso a una computadora e
internet puede efectuar, basta con que se fije el precio y algunas características físicas, que
en ocasiones ni siquiera son reales, para poner en venta a animales de
cualquier especie; siendo los perros
y gatos las especies que mas se comercializan en la Ciudad de México, ventas que
se dan sin la
necesidad de contar con un registro que avale a los vendedores, o algún documento
emitido por autoridad o profesionista que garantice el bienestar físico, inmunológico
y psicológico
de los ejemplares.
de los ejemplares.
Llegados a este
punto, es necesario realizar críticas constructivas que contribuyan a
enriquecer esta nueva idiosincrasia de las autoridades que por muchos años
había sido olvidada o no valorada, incluso por la propia sociedad, y es
que debemos
entender que no todo se trata de leyes e instituciones, sino de valores y
principios que deben prevalecer como componentes, y que a su vez necesitan ser
diseminados en el núcleo familiar, escolar y laboral, lo cual
nos permitirá fuera
del egoísmo e ignorancia, ser una comunidad consiente con una mejor calidad de
vida.
Los primeros pasos hacia un nuevo paradigma se
han dado, está en nosotros colaborar y exigir que tan nobles esfuerzos no se
burocraticen, politicen o se vuelvan letra muerta. En la actualidad existen
diversas personas y organizaciones no gubernamentales como “Mariel Vila
Animalista”, “Milagros Caninos” y el “Albergue San Cristóbal”, entre otros, que
día con día ayudan a animales en situación de abandono, y que sus acciones van
desde proporcionar alimento, hospedaje y esterilización, hasta la tarea más
desafiante que es la de encontrar un hogar dispuesto a brindar una segunda
oportunidad de forma responsable a los animales en esta situación; lo anterior sin
un solo centavo proveniente de recursos públicos, y muchas veces contra la
escasez de servicios y las represalias de los mismos vecinos y autoridades
Finalmente,
es preciso señalar que también existen personas dedicadas a la crianza
profesional de diversas especies permitidas y que a su vez se dedican al comercio
de estas, sin embargo la diferencia radica en que más allá de pretender lucrar
u obtener dinero fácil con la venta de sus ejemplares, anteponen la calidad y
sanidad de los mismos, para lo cual invierten gran cantidad de tiempo, dinero y
esfuerzo, allegándose de los servicios médicos, y profesionales como etólogos y
veterinarios especializados, así como en instalaciones acondicionadas para el
correcto desarrollo de los animales. Desafortunadamente son pocos los
propietarios que pueden continuar dando esta calidad de vida a los ejemplares,
debido a dos aspectos: el costo que implica y la cultura de tenencia
responsable. Si como ciudadanos logramos entender esos dos elementos, dejaremos
de adquirir animales de forma indiscriminada y podremos reducir el abandono y maltrato
de los mismos.
Un ejemplo
de que la cultura de tenencia responsable de los animales se puede lograr, lo
encontramos en Holanda,
que desde 2016 fue declarado el primer país “sin perros callejeros”, al
adoptar la
estrategia de esterilización masiva, sanciones privativas de libertad y pecuniarias,
impuestos y concientización de los ciudadanos.
¡Yo creo en
ustedes!
Héctor Villanueva Martínez